El futuro de una Revolución depende de la comprensión correcta de los fenómenos y procesos anteriores, quien sepa leer la historia transita caminos de éxito.
En otras oportunidades hemos mostrado nuestra discrepancia con la común interpretación del 27 y del 4 de febrero. Hoy nos referiremos a dos fechas que marcaron la segunda mitad del siglo pasado y que aún determinan nuestro destino. Veamos.
Dos acontecimientos que determinan nuestra historia ocurrieron comenzando la segunda mitad del siglo pasado: Enero del 58 y Enero del 59. Marcan dos antagónicos caminos que aún disputan el futuro de este Pueblo y del continente.
Enero del 58, la dictadura de Pérez Jiménez entra en turbulencia y aquella inestabilidad abre posibilidad a un cambio político. Las fuerzas revolucionarias muy débiles ideológicamente, presas del etapismo heredado de la Internacional, fueron capaces de plantear una alianza de las fuerzas contrarias a la dictadura y derrocarla el 23 de enero. Pero fueron incapaces de avanzar de la simple mudanza, de la forma de dominación oligarca. Se cumplió con éxito la primera etapa, el derrocamiento de la dictadura, pero el proceso revolucionario fue estrangulado por una política incorrecta.
Los revolucionarios influenciados por la pequeña burguesía no pudieron avanzar y se empantanaron en una alianza con los representantes políticos oligarcas. Esta alianza, este pacto con la oligarquía nos condujo a medio siglo de pacto de punto fijo, a una recomposición de la dominación oligarca y los revolucionarios tuvieron que ir de nuevo a las catacumbas.
En contraste, en Enero del 59, Fidel entra en La Habana, la Revolución Cubana triunfa, no hay pacto con la oligarquía, los socialdemócratas cubanos se refugian en Miami, y el Socialismo Cubano ilumina al mundo desde la mayor de las antillas.
El 58 fue una Revolución traicionada, frustrada, mal conducida por los revolucionarios profundamente desviados a la derecha.
El 59 marca el rumbo de la Revolución verdadera, audaz, extremista, posible, realista, esperanzadora.
Hoy en Venezuela es muy importante la comprensión de estas dos fechas. Hay una fuerte corriente dentro de la Revolución que propone reeditar al 58: hacer pactos con la oligarquía, tal como los hicimos en aquel momento, frustrar la esperanza. Es la misma pequeña burguesía que nos hundió en el pasado, que no puede avanzar y que cumple muy bien su papel de bombera de la historia, de frustradora de sueños y de posibilidades revolucionarias.
Esta Revolución tiene suficientes antecedentes históricos como para no caer en la trampa de la reconciliación suicida, la experiencia del 23 de enero nos indica que Revolución no puede pactar con oligarquía porque perece.
Esta Revolución tiene suficientes antecedentes históricos como para no caer en la trampa de la reconciliación suicida, la experiencia del 23 de enero nos indica que Revolución no puede pactar con oligarquía porque perece.
La historia nos dice que el camino es profundizar la Revolución, concientizar al Pueblo, organizarlo.
El Camino de la ambigüedad trae siglos de desgracia al Pueblo, por el contrario el camino de la consecuencia revolucionaria nos lleva a la mayor suma de felicidad posible.
¡Aquí no cabe ni sucesión ni restauración, sólo Chávez!
¡Aquí no se rinde nadie!
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