Si alguien nos preguntara sobre las grandes obras de la Revolución Bolivariana, inmediatamente nos vendría a la mente construcciones, metros, trenes, por supuesto el Viaducto… y los estadios, muy visibles en estos días de copa.
Respondiendo así habremos acertado, esas son grandes obras materiales de la Revolución, pero estaríamos mencionando sólo la parte menos importante de las obras Revolucionarias. Veamos.
La Revolución es ante todo un cambio profundo en la conciencia de la sociedad. Es el cambio de la visión del mundo mezquino, que nos han impuesto milenios de egoísmo, por la visión de la conciencia de pertenencia a la sociedad, el rescate de la convicción de que sólo en sociedad el hombre puede realizar todas sus mejores potencialidades, y la certeza de que fuera de ella el individuo está condenado a la soledad de los náufragos, de los desmadrados.
Por supuesto, este cambio en la espiritualidad tiene que venir aparejado por un cambio en las condiciones materiales.
Ahora bien, sólo los cambios que apuntalen la nueva conciencia, la nueva visión del mundo, serán cambios revolucionarios. Dicho en otras palabras, los cambios materiales por sí mismos no son revolucionarios, lo son en la medida que apuntalan la nueva espiritualidad, porque en definitiva, ya lo dijimos, lo fundamental en una Revolución son los cambios espirituales.
Siendo así, esta Revolución tiene dos grandes retos:
Uno, cómo relacionar nuestras grandes obras, metros, puentes, viaductos, con la conquista de la conciencia, la espiritualidad social. Cómo diferenciar la esencia de las grandes obras materiales de la Revolución, de las grandes obras materiales del capitalismo. Cómo diferenciar la construcción de nuestro viaducto, de la construcción del puente de San Francisco, o del túnel bajo el Canal de la Mancha, o el Tren Rápido de China. Qué hace a unas obras capitalistas y a otras revolucionarias. A la par de esto, detectar los cambios materiales que se enlacen con la formación de conciencia revolucionaria.
Dos, realizar grandes obras espirituales, grandes jornadas de movilización del espíritu social, en torno a objetivos políticos altruistas, movilizaciones que sean aulas de formación de conciencia revolucionaria, que participen en el combate contra la vieja cultura y los viejos valores.
Y aquí podríamos parafrasear al Che y decir: ¿Cómo transformar en cotidiano el espíritu altruista de abril? ¿Cómo transformar en cotidiano el espíritu que impregnó a las Misiones? Es necesario que todas las actividades de la Revolución, los motores, sobre todo el Motor Moral y Luces, pero también las actividades culturares, los mensajes de las televisoras, todo, desde lo pequeño hasta lo monumental, ¡todo! se transforme en una inmensa turbina generadora que bañe los rincones de la sociedad del espíritu altruista, Socialista, de abril. Hagamos un ejemplo del espíritu de entrega a grandes objetivos que guió al 4 de febrero.
¡Que el espíritu revolucionario sea guía y objetivo de nuestra acción!
¡Chávez es amor!
¡Socialismo es conciencia!
¡Orden del Libertador para Los Cinco Héroes de la Humanidad!
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