En días pasados, hablando con mi amigo Tarek William, éste me decía, ante mis ataques a un viejo luchador, que ya era hora, el tiempo así lo aconsejaba, de ir por encima de sus errores, debilidades y extravíos, y reconocerle sus méritos, sus aportes a la lucha revolucionaria. Está mañana viéndome al espejo entendí lo que quería decirme el poeta Tarek: “ante la vida, todo es pequeño”.
El cazador que en la adversidad insiste con valentía en procura de la ansiada presa, merece honor, aun si falla en su proeza. En Revolución es igual, los luchadores que emprendieron el camino hace más de medio siglo, merecen reconocimiento al mérito de su insistencia en procura de la presa, que no es otra que la emancipación de la humanidad, la Revolución. Los que no sucumbieron frente a los halagos enemigos, los que no saltaron la talanquera, merecen honor aun en su desacierto.
Hace poco tiempo, apareció un remitido en Últimas Noticias calzado con la firma de un viejo cazador de sueños. No queremos referirnos al contenido del comunicado que adversamos profundamente. Es la hora de los sentimientos. Nosotros, y con nosotros un gran grupo de revolucionarios, sintió un profundo amor por el viejo cazador, y llegó la hora de reconocer sus méritos. Lo sabemos insistente en la búsqueda de los caminos de la redención, y sabemos de su extravío en la procura de concretar el sueño.
Aquellos días de derrota y desierto, cuando la sombra oscura de la desesperanza se volcó sobre los revolucionarios venezolanos, unos saltaron a la socialdemocracia, otros se refugiaron en el convento espiritual, algunos cayeron en el escepticismo, nadie sabía qué hacer. El viejo cazador siguió insistente en la búsqueda de la senda. Su arrojo militante buscó alimento en teorías hermosas pero inoperantes, en vías ciegas y vaporosas. Siempre contra el sistema capitalista, siempre en la acera de enfrente, siempre con el mérito de la batalla.
El milagro de la Revolución Bolivariana y del Comandante Chávez, lo encontraron en su mundo imaginario, contestatario, pero ficticio, enfrentado, pero irreal, cimarrón pero aislado. No supo percibir que la Revolución había comenzado, como comienzan las Revoluciones, inéditas, turbulentas, contradictorias, reales. No comprendió, quiso que la realidad se adaptara a su fantasía, que el mundo real entrara en su mundo imaginario. Y la vida siguió su curso, y el Socialismo apareció en el espíritu primero que en la economía, y él no salió de su mundo. Las Misiones mandaron salud y derrotaron al analfabetismo, y él, insistente, en su pequeño mundo. La Revolución ganando la lucha económica, y él tenaz en no ver sino el pasado. No supo percibir que el alma popular se mueve hacia el futuro.
El comunicado nos anuncia que el viejo cazador sigue allá, terco, en su mundo. Ya no es tiempo de reproches, llegó la hora de reconocer el mérito de los viejos cazadores de sueños.
Nosotros seguimos caminando, corriendo el riesgo hermoso de transitar las contradicciones para hacer la Revolución.
¡Sólo el Socialismo salva al Pueblo!
¡Son diez millones!
¡Chávez, Fidel, el ALBA, son Socialismo!
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