8.8.06

MISCELÁNEA 17

1. Fedecamaras puso en la discusión un proyecto de país, el país neoliberal, tras ese proyecto se colocan todos los candidatos del imperio, esa es la opción que le ofrecen al país. Ya sabemos para dónde nos lleva el neoliberalismo, ya sabemos que trae miseria material y represión brutal a los humildes.

2. Frente a esa propuesta, la Revolución Bolivariana debe presentar una opción socialista clara, sin titubeos. No es posible frente a un Capitalismo feroz como el que propone Fedecamaras, oponer formas atemperadas de Capitalismo. Frente al Capitalismo en cualquiera de sus modalidades, no hay otra opción que el Socialismo.


3. Pedir a los capitalistas que dejen de ser competitivos, que dejen de comerse unos a los otros, que tengan sensibilidad social es una candidez. Pensar que la democratización del capital nos lleva al Socialismo, es una candidez mayor aún. Pensar que otras formas de propiedad como la cogestión, las empresas recuperadas, etc, nos llevarán al Socialismo, es el camino más corto para el desengaño y la pérdida del valioso tiempo revolucionario.

4. Una enseñanza, y la decimos corriendo el riesgo de que se ofendan algunos marxistas, es: en el período de transición, en los países del sur, la conciencia determina la existencia, esto en complemento al axioma clásico de que la existencia determina la conciencia. Por tanto, se necesita una poderosa organización de vanguardia que prefigure las relaciones socialistas, que lleve con el ejemplo al resto de la sociedad la conciencia del deber social, que sea garante de la marcha, y también reservorio moral para las horas aciagas.


5. En toda Revolución, en todo revolucionario, conviven lo nuevo imaginado, en construcción, y lo viejo instalado en la psiquis desde la infancia. En todo revolucionario, en toda Revolución, conviven la ideología del pasado que se anida en el inconciente, y la ideología del futuro que se construye en el pensamiento conciente. De aquí que toda decisión política revolucionaria es el producto de la pugna entre estos dos mundos que nos habitan, lo viejo y lo nuevo. Se comprende que los diferentes grados de apego, de compromiso con lo viejo, se agrupen en afinidades, en facciones. Y que los diferentes grados de compromiso con la ruptura, se encuentren, se reconozcan también en facciones. Y que estas facciones, la de lo viejo y la de lo nuevo, pugnen por sus ideas. Ideas, debemos decirlo, que en definitiva surgen de las diferentes existencias económicas. En resumen, pensar que no existe lucha interna en una Revolución es negar que exista un pasado y un futuro.

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