Las ideologías vienen acompañadas de una base psicológica y moral, se tiene ideología revolucionaria y simultáneamente se tienen psicología y moral revolucionaria. Asimismo se es fascista y se tiene psicología y moral fascista. Concluimos: ideología, psicología y moral son componentes de un mismo fenómeno vital.
El fascista, lo vemos todo los días, está fusionado con lo muerto, lo infecundo guía su existencia, la obsesión alimenta su ferocidad destructiva, justifica la crueldad con fetiches insólitos. En época de normalidad su patología está encapsulada, sólo la ejerce con su entorno, es insoportable en su trabajo, su familia padece la ira terrorífica. El fascista es fácil de reconocer, tiene una relación particular con la muerte, le gusta, la festeja, y por otro lado le huye a la vida. En su casa aplasta, en el trabajo reprime, no le gustan las minifaldas. El amor, lo vivo son sus enemigos, sus relaciones no son de cooperación, son de destrucción, los enamorados lo enervan. En la gavilla es valiente, y aislado es palomita, vociferan en las calles de Miami, y en Bahía de Cochinos gimotean.
Cuando la evolución política pone en peligro sus fetiches, cuando los vientos de Revolución quebrantan su mundo de fantasía, entonces aflora el fascista político y se manifiestan todos los ángulos de su índole macabra. Siempre se coloca al lado de la tradición, si ve en peligro su mundo de ficciones, dan paso a los monstruos que habitan sus abismos, no le importa patria, humanidad, principios religiosos, sólo destruir, con crueldad, a lo que pone en peligro su circo de agresión, su mundo.
Los fascistas aparecieron en Miami haciendo demostración de lo que proponen al mundo. Frente a la enfermedad de Fidel, una fiesta enfermiza, un rito macabro celebrando la muerte. Una alegría infernal vitoreando la angustia de un pueblo, ilusionados con volver a destruir lo que otros han construido para la vida. También los fascistas se muestran en el Líbano, matando niños, arrasando pueblos, bombardeando esperanzas. Y los fascistas están aquí, en Caracas, se mostraron en la Clínica Ávila, cuando violando todo juramento, toda dimensión humana no quisieron atender a Jorge Rodríguez, herido, le cobraban su posición al lado de la vida. La actitud de esos médicos es emblemática de fascista demoníaco.
Lo que pasó con Jorge Rodríguez, se une a Braulio, a Danilo, a los mensajes de Internet, y nos demuestra que con los fascistas no vale conciliación, ellos sólo entienden dos cosas: o que se cumplan sus deseos cavernarios, o destruir las debilidades que se le oponen. A ellos sólo los disuade encontrarse con muros de fortaleza, de pueblos concientes que los enfrenten.
Están siempre allí, prestos para mostrarse en toda su dimensión cruel, esperan listos con sus zarpazos de oprobio, así lo hicieron el 11 de abril, persiguiendo Bolivarianos, ensañándose con la poesía, destruyendo la vida. Y así lo harán siempre que nuestras debilidades se lo permitan.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez y Fidel son Socialismo!
El fascista, lo vemos todo los días, está fusionado con lo muerto, lo infecundo guía su existencia, la obsesión alimenta su ferocidad destructiva, justifica la crueldad con fetiches insólitos. En época de normalidad su patología está encapsulada, sólo la ejerce con su entorno, es insoportable en su trabajo, su familia padece la ira terrorífica. El fascista es fácil de reconocer, tiene una relación particular con la muerte, le gusta, la festeja, y por otro lado le huye a la vida. En su casa aplasta, en el trabajo reprime, no le gustan las minifaldas. El amor, lo vivo son sus enemigos, sus relaciones no son de cooperación, son de destrucción, los enamorados lo enervan. En la gavilla es valiente, y aislado es palomita, vociferan en las calles de Miami, y en Bahía de Cochinos gimotean.
Cuando la evolución política pone en peligro sus fetiches, cuando los vientos de Revolución quebrantan su mundo de fantasía, entonces aflora el fascista político y se manifiestan todos los ángulos de su índole macabra. Siempre se coloca al lado de la tradición, si ve en peligro su mundo de ficciones, dan paso a los monstruos que habitan sus abismos, no le importa patria, humanidad, principios religiosos, sólo destruir, con crueldad, a lo que pone en peligro su circo de agresión, su mundo.
Los fascistas aparecieron en Miami haciendo demostración de lo que proponen al mundo. Frente a la enfermedad de Fidel, una fiesta enfermiza, un rito macabro celebrando la muerte. Una alegría infernal vitoreando la angustia de un pueblo, ilusionados con volver a destruir lo que otros han construido para la vida. También los fascistas se muestran en el Líbano, matando niños, arrasando pueblos, bombardeando esperanzas. Y los fascistas están aquí, en Caracas, se mostraron en la Clínica Ávila, cuando violando todo juramento, toda dimensión humana no quisieron atender a Jorge Rodríguez, herido, le cobraban su posición al lado de la vida. La actitud de esos médicos es emblemática de fascista demoníaco.
Lo que pasó con Jorge Rodríguez, se une a Braulio, a Danilo, a los mensajes de Internet, y nos demuestra que con los fascistas no vale conciliación, ellos sólo entienden dos cosas: o que se cumplan sus deseos cavernarios, o destruir las debilidades que se le oponen. A ellos sólo los disuade encontrarse con muros de fortaleza, de pueblos concientes que los enfrenten.
Están siempre allí, prestos para mostrarse en toda su dimensión cruel, esperan listos con sus zarpazos de oprobio, así lo hicieron el 11 de abril, persiguiendo Bolivarianos, ensañándose con la poesía, destruyendo la vida. Y así lo harán siempre que nuestras debilidades se lo permitan.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez y Fidel son Socialismo!
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