Si alguien nos pidiera que resumiéramos al Socialismo en una sola palabra, esta sería amor. Si alguien nos pidiera el Socialismo en una frase, esta sería amaos los unos a los otros. Si alguien nos pidiera que explicáramos en una cuartilla el camino para arribar al Socialismo, empezaríamos diciendo que es dotar al amor de su base económica material. Y explicaríamos.
La relación espiritual de una sociedad, está determinada por la relación con el fruto del trabajo que tengan los miembros de esa sociedad. Sólo hay dos posibilidades. Una, si el fruto del trabajo es propiedad de la sociedad toda, si el trabajo de todos redunda en beneficio de toda la sociedad, entonces, el hombre es uno con la sociedad, y así siempre trabajará para sí mismo. Esa será la base económica material para una relación espiritual sana entre sus miembros. El amaos los unos a los otros dejará de ser una aspiración milenaria, y pasará a ser un mandamiento soportado en la realidad.
Si por el contrario, si el fruto del trabajo es apropiado por un patrón, sea particular o colectivo, entonces, la sociedad es despojada del trabajo social por una fracción de propietarios. El hombre trabaja para un extraño, pierde su ligazón orgánica y espiritual con el trabajo, que ahora no le pertenece, y así también pierde su relación armoniosa con los demás hombres y con la naturaleza. Él mismo se convierte, necesariamente, en cosa, capaz de ser vendida y de ser comprada. Siendo así, la sociedad deja de ser la sociedad de la cooperación, y pasa a ser la sociedad de la guerra de todos contra todos. De esta manera, se sientan las bases económicas materiales para una relación basada en la competencia, la avaricia, el bien egoísta. Así se construye la base material, y la espiritualidad del capitalismo.
En resumen, y categóricamente, no es posible el Socialismo sin la conciencia del amor social, y sin la base económica material que sustenta a ese amor, que es, sin atajos posibles, la propiedad social de los medios de producción. En otras palabras, el Socialismo sólo se construye con conciencia del amor social y con propiedad social que lo sustente. Ahora bien, los dos componentes van juntos, se influyen mutuamente, se complementan, se condicionan, uno no puede existir sin el otro, forman parte de la misma unidad.
Mientras una sociedad permita que unos hombres trabajen para otros hombres, es decir, mientras permita que unos hombres se apropien del trabajo de otros hombres, la sociedad humana vivirá aún en la era de la esclavitud, que es el otro nombre del Capitalismo. Y tendrá, necesariamente, la conciencia del egoísmo que le es propia a un sistema donde se vende y se compra todo… hasta los seres humanos.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es Socialismo!
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