Cuando oímos a
un dirigente sindical vociferar que los obreros apoyan a Chávez porque han
conseguido muchos beneficios materiales, cuando se mide la Revolución sólo por
lo material que nos proporciona, nos preocupamos. El apoyo así sustentado
alegra en lo inmediato pero también está cavando la sepultura de la Revolución.
Veamos.
Es claro que algunos no le darán importancia al
asunto, dirán "si nos beneficia ahora qué importa mañana, después ya
veremos." A estos los podemos clasificar de oportunistas, y ya sabemos
dónde terminan: van directo al trasero de los dominantes. Los albañales de
la historia están repletos de proyectos revolucionarios comidos por el
oportunismo. El inmediatismo es el camino más corto al patíbulo.
Pero ¿cuál es el problema del oportunismo
economicista? Entendido como la búsqueda de la recompensa material por encima
de cualquier valor, esta suerte de mercenarismo es voluble, carece de firmeza
estratégica, no tiene más ética que el beneficio inmediato: un día recibe a un
candidato y al siguiente aplaude al contrario que le ofreció un poquito más. El
beneficio material es su divisa, lo demás no cuenta.
De esta manera la combatividad de la clase obrera se
reduce a la venta de la fuerza de trabajo. El obrero sigue siendo una mercancía
explotada, la lógica capitalista se vigoriza. Así, la indispensable fuerza
creadora de la clase obrera se diluye en el espejismo de unos beneficios
materiales que no remedian su condición de alienado, de hombre-mercancía,
aplastado, condenado a una vida miserable con distracciones opiáceas que
mitigan la existencia vacía.
Las adhesiones impelidas por la recompensa material
crean conciencia de mercenario, nunca la espiritualidad necesaria para construir
un nuevo mundo, el Socialismo. Un intento socialista asentado sobre esta frágil
base, sin profundidad estratégica, se derrumbará a la primera dificultad.
En la clase obrera ocurre la disputa más importante de
la Revolución Bolivariana , allí se pugna por definir su teoría y su práctica,
el papel que ella debe cumplir en este momento histórico. En esta disputa
existen dos discursos principales. El discurso del economicismo, del énfasis en
los beneficios materiales y que éstos sean la medida de todo, esta posición
capitalista se enfrenta al intento de elevar la conciencia de la clase, que
asuma su papel histórico y comprenda que sólo podrá liberarse si libera a toda
la sociedad del trabajo enajenado, que hace del hombre un ser extraño al
producto de su trabajo, que sólo enriquece a unos privilegiados.
El momento es estelar. Debemos alegrarnos, ahora en
las reuniones obreras aparece el discurso que llama a la conciencia, la
discusión está abierta, el choque sucede. De cómo se resuelva esa batalla
depende el rumbo de la Revolución.
El momento es promisorio, vivimos tiempos de
definición y, como nunca antes, la idea revolucionaria y la capacidad de
concretarla son una posibilidad cierta. Ahora la clase obrera está preparada
para que sus combates signifiquen la profundización real del Socialismo.
¡Con Chávez, con el Socialismo y con PDVSA Resteaos!
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