Dice el Che que
"en la Sierra se proletarizó la Revolución ", esto es, se hizo
revolucionaria, se empapó de la doctrina del futuro. Cabe preguntarse ¿cuándo,
cómo una Revolución pacífica como la Bolivariana se hace revolucionaria, se
proletariza? La respuesta es crucial para el rumbo nuestro. El asunto
merece reflexión.
Lo primero es ubicar el papel histórico que
corresponde a una Revolución en estos días, luego
determinar quiénes están llamados a realizar ese papel y después precisar la
conducta de los dirigentes en ese camino.
El papel histórico es la superación del capitalismo,
de su cultura, de su lógica. Esta es la única manera de salvar al
planeta y tener vida para mejorarla. Idiotas los que prometen mejorar las
condiciones de vida sin importarse por el planeta, es como pretender pintar una
casa que se incendia.
Sabemos que el Socialismo tiene como objetivo la
implantación de la cultura de la relación amorosa y la derrota de la cultura
del egoísmo, el rescate de la humanidad del humano y la superación del
hombre-mercancía.
De aquí se desprende que la primera cualidad del
revolucionario es la conducta amorosa y la lucha contra el egoísmo donde quiera
que esté, ser "guiado por profundos sentimientos de amor".
Esto, sumado a la comprensión de que los cambios, el avance hacia la nueva
sociedad, deben ser en la esencia social, en las relaciones de propiedad y en
la conciencia que con ella se entrelaza. No basta con las buenas intenciones,
hay que elevarlas a acciones sociales, transformar a la sociedad.
La lucha de clases no es algo etéreo, se manifiesta en
la conducta de los individuos y, en mayor y más importante escala, en la
conducta de los dirigentes, estos en funciones públicas resumen los intereses
de determinada clase, su accionar influye en la marcha de la sociedad.
La suma de las acciones de los dirigentes se reflejan
en la masa y la conduce por determinados derroteros. Un dirigente es aquel que
con sus acciones y opiniones es capaz de influir en la masa, siempre está en
los diferentes niveles sociales, desde el pequeño grupo local hasta lo
nacional, no hay vacío, la masa sin dirigentes es una alucinación.
Cuando un dirigente toma una decisión o firma un
decreto está, más allá de su voluntad, expresando los intereses de una clase.
Está reflejando su tormento interno, la decisión es la resultante de la
cantidad de fuerzas sociales que pugnan en su interior. Sus miedos, sus
pasiones, sus obsesiones tienen relación estrecha con la lucha de clases que en
esa sociedad ocurre, con la ubicación que el individuo tiene en esa guerra.
Aquí cabe el refrán "por sus frutos los
conoceréis". Los dirigentes revolucionarios pasarán a la historia por
sus acciones, y sus acciones serán su historia, determinarán la calidad de sus
triunfos y derrotas. Los pueblos pasarán a la historia por la calidad de los
dirigentes que se den.
¡Con Chávez!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario