La Revolución
pacífica nuestra, presenta dos ciclos: el ciclo electoral y el
ciclo de la bonanza. Debemos entenderlos para poder diseñar las
tácticas y las estrategias. Veamos.
El ciclo electoral se
caracteriza por un período de elecciones burguesas y un período de
noelecciones.
En el período de no-elecciones, la revolución
puede desarrollar su propia lógica, su fisiología. Es un período
propicio para sentar las bases materiales y espirituales del Socialismo. La
Revolución lleva la ventaja, tiene la iniciativa, la batalla se da en campo
despejado. Esta fase del ciclo se debe aprovechar para acumular conciencia,
organización, formación y afilar la fuerza revolucionaria.
Al contrario, en el período electoral burgués,
la oligarquía pelea en su terreno. Más de medio siglo de costumbres, de
condicionamientos la respaldan. Ya hemos dicho que las elecciones
burguesas están talladas para perpetuar al sistema burgués y elevar su esencia
espiritual: el egoísmo. Son un torneo donde la masa se sumerge en lo trivial,
el oropel del marketing se sobrepone a la enjundia, lo inmediato arropa
a lo estratégico, la manipulación publicitaria guía las decisiones. La promesa,
la dádiva material desecha cualquier argumento. De ellas sale, esa es la
costumbre, una masa fragmentada, despolitizada, pueril.
Siendo así, es un período en el que se pone a prueba
la conciencia revolucionaria, la organización, la información acumulada en
la fase no electoral. Si la acumulación es deficiente, entonces la Revolución
debe hacer concesiones a la lógica electoral burguesa, subordinar a ella el
avance y conceder merma de conciencia, de formación. Ahora, si la acumulación
es satisfactoria, la Revolución puede dar a las elecciones otro contenido.
El ciclo de bonanza, a su
vez, está compuesto por período de "normalidad" y período de
turbulencia.
El período de "normalidad" es de
buena situación económica, altos precios del petróleo, oligarquía replegada,
sin iniciativa, trabajando en los subterráneos de la infamia, preparando
magnicidios, golpes, gritando desde Miami o el Perú, pero siempre sin levantar
muchas olas. En este período la Revolución tiene oportunidad de avanzar, de
romper con la cultura de la renta y sentar las bases éticas, espirituales, que
fortalezcan a la Revolución.
El período de turbulencia es caracterizado
por dificultades económicas, bajos precios del petróleo y presión de las
reivindicaciones de la masa. En este período, tal como en el período electoral
pero de manera más dramática, se pone a prueba la fortaleza conseguida en el
período de "normalidad".
Son dos ciclos y cuatro períodos. De
la correcta apreciación de cada uno de ellos dependerá el éxito. Estos
ciclos presentan alto peligro de extravío, en las fases propicias para la
acumulación existe la tentación de olvidar que el viento a favor es pasajero, y
de descuidar el fortalecimiento para los períodos de turbulencia. Estos
períodos de bonanza son favorables para la pirueta teórica, en él pululan las
tesis distraccionistas, reformistas y restauradoras. La clase que columpia
entre la burguesía y los obreros, que los clásicos llaman pequeña burguesía,
término que ofende a algunos, tiene campo fértil para ensayar sus extravíos.
¡Con Chávez!
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