La política
está llena de contradicciones:
La contradicción del revolucionario. El
revolucionario vive tensado por la contradicción de ser creación del pasado y
habitante del futuro que aún no llega. Por eso el revolucionario está condenado
a ser minoría, cuando su época lo entiende ya es hora de emprender nuevos
sueños. Si bien sus contradicciones le producen rasgaduras en el alma, éstas se
ven compensadas por saberse ariete de su sociedad, pionero que pisa mundos
inéditos, baquiano que guía pueblos hacia la tierra prometida.
Su tarea no conoce fracaso ni tiene conclusión,
siempre habrá caminos por hacer.
La contradicción de la oligarquía. Tiene
calidad macabra, es la contradicción del intento por permanecer en un mundo que
no tiene más futuro que la extinción, y la impotencia de contener la marcha de
la historia. De esta contradicción surge el fascismo, reflejo directo del
desespero que invade a esta clase impotente para perpetuarse.
En el medio de estas dos contradicciones se encuentra
la clase media, la pequeña burguesía, que sobrevive
en la contradicción de ser carne de trabajador y espíritu de oligarca. Sienten
la necesidad de construir el mundo de la vida que la esperanza anuncia, pero el
terror de avanzar por el mar del futuro la atrapa en laberintos teóricos. Una
parte de su ser los invita a volar, y otra los condena a permanecer anclados en
el pasado del que son guardianes.
Por supuesto que estas contradicciones están presentes
en la Revolución Bolivariana , y es importante conocerlas para entender el
comportamiento de las corrientes políticas. Es suficiente oler a nuestro
alrededor para detectarlas.
¿Cuál, sino la contradicción del oligarca, motiva la
angustia de Ravell, Cisneros y Granier?
¿Cuál, sino la contradicción del revolucionario, rasgó
el alma de los combatientes del 4F , o los últimos días de Fabricio, cuál, sino
esta angustia, fue la pasión de Bolívar?
¿Cuál, sino la contradicción del pequeño burgués,
motiva a los que hoy se baten entre la necesidad de avanzar en la construcción
del Socialismo, y el terror de hacerlo? ¿De dónde, sino es de allí, surgen
tantas teorías distraccionistas del camino, tanta falsificación, tanta
producción de justificaciones?
¿Qué otra cosa es decir que entre el capitalismo y el
Socialismo no hay contradicción, sino un buscar calmantes para la angustia
interior? ¿Qué otra cosa es postular un híbrido entre capitalismo y Socialismo
cómo meta de nuestro Socialismo?
La contradicción de la pequeña burguesía les impide
avanzar, construir teoría para el futuro, al contrario, elaboran atajos hacia
la restauración.
Las propuestas de la pequeña burguesía no son
posibles, la historia así lo dicta, con sus vacilaciones y ambigüedades sólo
consigue lubricar la arremetida del desespero fascista.
La Revolución debe resolver las ilusiones pequeño
burguesas de la única manera que es posible, debe desechar los espejismos de
una convivencia con la oligarquía y con el imperio. Esas contradicciones son
suicidas, lo que harán es llevarnos al fascismo. No hay más opción que el
Socialismo auténtico.
¡Con Chávez resteaos!
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