Estamos frente
a una agresión, ya no es necesario abundar en explicaciones, el mundo
consciente percibe con claridad el riesgo que corremos: las babas del imperio
impregnan nuestra política. Venezuela está en riesgo.
Pero si alguien aún duda, Fidel, el hombre que no
miente jamás, nos alerta en su última reflexión, "Lo que Obama
conoce", dice el Comandante:
"El enemigo conoce aristas de su carácter y
multiplica sus esfuerzos destinados a calumniar y golpear al Presidente Chávez.
Por mi parte no vacilo en afirmar mi modesta opinión ─emanada de más de medio
siglo de lucha─ de que la oligarquía jamás podría gobernar de nuevo ese país.
Es por ello preocupante que el Gobierno de Estados Unidos haya decidido en
tales circunstancias promover el derrocamiento del Gobierno bolivariano."
Fidel, una vez más, tiene razón, la oligarquía jamás
podría gobernar de nuevo a nuestro país. Sólo sobre las ruinas bañadas de
sangre patriota podrá instaurar otra dominación. Si se atreven, del capitalismo
no quedará piedra sobre piedra. ¡Nada!
De los vende patria no hablemos, sabemos que al primer
cambio de viento volarán a arrodillarse, a vender su dignidad al amo
extranjero, buscarán inútilmente el sosiego en la adulación, en la humillación
del que nos desprecia, vivirán de rodillas, que no es vivir, no conocerán nunca
un segundo de felicidad, de plenitud humana, porque no supieron amar lo
sagrado, a la Madre , a la Patria. Están muertos y no se han dado cuenta.
Pero, y esto es lo importante, ¿qué hará el pueblo humilde,
patriota, honesto, en estas circunstancia? Dejar la respuesta a lo espontáneo,
a la improvisación, es decretar desde ahora la derrota. La agresión sólo podrá
ser enfrentada con alta organización, disciplina y conciencia. El imperio ya
aprendió de abril, no dejará holgura para lo espontáneo. La confrontación
amerita plasticidad táctica y firmeza estratégica.
Intentemos algunos apoyos para la defensa.
Debemos entender que sólo la preparación, la
movilización, pueden disuadir la agresión. Los imperios sólo retroceden frente
a un pueblo dispuesto a defenderse con eficacia. Si se atreven, que la agresión
les salga tan cara que su opinión pública no pueda soportar el costo político.
El primer apoyo de la defensa
es la conciencia: sólo un pueblo que tenga razones sagradas por las cuales
luchar, podrá defenderla. A la hora de la confrontación las ficciones se
diluyen, una respuesta vigorosa solo podrá estar sustentada en una
espiritualidad también vigorosa. La conciencia debe ser la principal previsión
del zafarrancho de combate.
El segundo apoyo: desechar las
ficciones, ser realistas, ni pesimistas, ni optimistas, los dos extremos
paralizan la acción, el primero la ahoga en un mal de quejas, el segundo la
ubica en el reino de la ficción.
El tercer apoyo: la organización,
pero la de verdad verdad, la que forma tejido social, con una dirección
nacional bien posesionada, prestigiada, y un tejido que vaya desde lo local
hasta lo nacional. Las organizaciones locales aisladas, sin sentido de lo
social, son inoperantes.
¡Con Chávez habrá Socialismo!
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