20.7.11

LA PRIMERA REPÚBLICA NOS MIRA (Miércoles 20-07-2011)

Los sucesos de El Rodeo, ya lo dijimos, son una fuente de enseñanzas para los revolucionarios, todos tenemos allí algo que aprender. El Rodeo debe ser materia de estudio en las Universidades.

Los criminólogos pueden estudiar las formas de organización de la masa penitenciaría, el cambio de valores y de ética que debe ser objetivo del tratamiento carcelario.

Los sociólogos tienen material para investigar la evolución de los conglomerados en condiciones extremas. Los psicólogos, el efecto del hacinamiento en el comportamiento humano.

Y los Revolucionarios, en funciones de gobierno, deben estudiar esta experiencia y trasladarla a sus estrategias, a la filosofía que los guía.

Un buen método para aprender de El Rodeo, para sacar experiencias políticas, es estudiarlos a la luz de las enseñanzas históricas. Veamos.

El Libertador en el Manifiesto de Cartagena expone las causas de la caída de la Primera República. Dice el Manifiesto:

…"fundando la Junta su política en los principios de humanidad mal entendida que no autorizan a ningún gobierno para hacer por la fuerza libres a los pueblos estúpidos que desconocen el valor de sus derechos. Los códigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podían enseñarles la ciencia práctica del gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por manera que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica, y sofistas por soldados. Con semejante subversión de principios y de cosas, el orden social se sintió extremadamente conmovido, y desde luego, corrió el Estado a pasos agigantados a una disolución universal, que bien pronto se vio realizada (…) porque los gobiernos liberales deben distinguirse por la clemencia. Clemencia criminal, que contribuyó, más que nada, a derribar la máquina que todavía no habíamos enteramente concluido.”

La Primera República y El Rodeo nos indican que cuando dejamos a una sociedad al esponteneísmo, privada de organización, de dirección, de mano firme que la guíe al futuro, esta sociedad reproduce, necesariamente, las formas de organización vieja que lleva en su seno. La recaída en lo viejo, la restauración, lleva la fuerza de la costumbre, de lo conocido. Lo viejo es fácil de imitar, lo nuevo es difícil de imaginar y de concretar.

El aparecimiento de formas de organización social nuevas no es un proceso espontáneo, necesita de la ayuda de una vanguardia que impregne a la sociedad con la teoría y la práctica revolucionaria, que la guíe en la aventura de parirse sociedad nueva y sistematice las enseñanzas de la realidad, nunca es espontánea.

De allí que la Revolución debe prestigiar a la vanguardia de las masas, de los humildes. Y esta vanguardia, por sobre todo, nunca debe renunciar a su papel de dirigentes del pueblo humilde, entenderse parte importantísima del pueblo, estar consciente de su responsabilidad y del honor de ser vanguardia.

La historia lo dice con claridad: sólo los pueblos que han parido una vanguardia fuerte, han conseguido hacer Revolución.

¡Sin Socialismo no hay Chávez, sin Chávez no hay Socialismo!

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