La fuerte tendencia hacia el centro político y económico parece ser una ley de las Revoluciones Pacíficas. Todas las corrientes antisocialistas, las de adentro y las de afuera, jalan a la Revolución hacia ese punto. Allí se siente cómodo el reformismo, allí el proceso se debilita, desdibuja, y es fácil presa de la restauración. Veamos.
La idea central del reformismo es que todos somos iguales, no hay apropiadores ni despojados. De esa manera borran la lucha de clases, anestesian a los humildes, blindan al sistema contra cualquier insurrección.
Si todos somos iguales, la necesidad de una vanguardia pierde asidero, es inútil, no hay combates que dirigir, lo que se impone es la candorosa conducta de los ingenuos, de los "buenos ciudadanos", la sumisión.
Igual sucede con la necesidad de organizarse, para qué, lo que se prestigia es la multitud amorfa, la suma de "egoísmos iguales". Así, la idea de que todos somos lo mismo, que a primera vista parece algo inocuo, irrebatible moralmente, bonito e inofensivo, se devela como un pilar principal de la dominación y la restauración.
La Revolución Bolivariana, que es un inmenso laboratorio social, es una muestra de esta ley de las revoluciones pacíficas: el jaloneo hacia el centro tiene varios afincamientos.
Los restauradores internos más descarados pujan hacia el centro, ese limbo indefinido de la política, y declaran abiertamente que es necesario aislar a los extremistas de lado y lado. Es la expresión política de la propuesta económica de un híbrido Capital-Socialismo.
Pero, donde la idea de ir al centro tiene más fuerza es en el campo oligarca. Veamos.
Carlos blanco, plumífero destacado de la oposición, escribe:
"Para lograr una transición creíble hay dos principios básicos: el chavismo no va a ser una fuerza hegemónica más nunca, sólo un factor político más; la oposición ni puede ni debe plantearse un horizonte que implique la destrucción de lo que hoy es el chavismo. A partir de allí el llegadero todavía está lejos pero visible."
La derecha, en un foro convocado por la mud, estudia la transición. Analicemos las ideas allí expuestas.
Según carlos raúl hernández: …"el problema de la liquidación de un régimen político, o sea de una transición, tiene que ver con la capacidad política que puedan desplegar los factores que quieren deshacer el orden. El catedrático usó como ejemplos los casos de la transición democrática chilena y nicaragüense para poner de relieve la importancia de que los factores triunfantes en un proceso político de transición, tengan flexibilidad en las circunstancias políticas y fuerza para enfrentarse a los extremos."
Por su parte, ramón guillermo aveledo, secretario ejecutivo de la mesa, señaló: …"que en estos procesos hace falta una estrategia y disposición al diálogo y la negociación, porque la transición y el dogma se tienen mutua alergia".
El objetivo de las fuerzas antisocialistas está muy claro: conducir al Socialismo al centro, debilitarlo y después darle el zarpazo. No hay dudas, en el centro nos espera el patíbulo.
¡Sin Chávez no hay Socialismo, Sin Socialismo no hay Chávez!
La idea central del reformismo es que todos somos iguales, no hay apropiadores ni despojados. De esa manera borran la lucha de clases, anestesian a los humildes, blindan al sistema contra cualquier insurrección.
Si todos somos iguales, la necesidad de una vanguardia pierde asidero, es inútil, no hay combates que dirigir, lo que se impone es la candorosa conducta de los ingenuos, de los "buenos ciudadanos", la sumisión.
Igual sucede con la necesidad de organizarse, para qué, lo que se prestigia es la multitud amorfa, la suma de "egoísmos iguales". Así, la idea de que todos somos lo mismo, que a primera vista parece algo inocuo, irrebatible moralmente, bonito e inofensivo, se devela como un pilar principal de la dominación y la restauración.
La Revolución Bolivariana, que es un inmenso laboratorio social, es una muestra de esta ley de las revoluciones pacíficas: el jaloneo hacia el centro tiene varios afincamientos.
Los restauradores internos más descarados pujan hacia el centro, ese limbo indefinido de la política, y declaran abiertamente que es necesario aislar a los extremistas de lado y lado. Es la expresión política de la propuesta económica de un híbrido Capital-Socialismo.
Pero, donde la idea de ir al centro tiene más fuerza es en el campo oligarca. Veamos.
Carlos blanco, plumífero destacado de la oposición, escribe:
"Para lograr una transición creíble hay dos principios básicos: el chavismo no va a ser una fuerza hegemónica más nunca, sólo un factor político más; la oposición ni puede ni debe plantearse un horizonte que implique la destrucción de lo que hoy es el chavismo. A partir de allí el llegadero todavía está lejos pero visible."
La derecha, en un foro convocado por la mud, estudia la transición. Analicemos las ideas allí expuestas.
Según carlos raúl hernández: …"el problema de la liquidación de un régimen político, o sea de una transición, tiene que ver con la capacidad política que puedan desplegar los factores que quieren deshacer el orden. El catedrático usó como ejemplos los casos de la transición democrática chilena y nicaragüense para poner de relieve la importancia de que los factores triunfantes en un proceso político de transición, tengan flexibilidad en las circunstancias políticas y fuerza para enfrentarse a los extremos."
Por su parte, ramón guillermo aveledo, secretario ejecutivo de la mesa, señaló: …"que en estos procesos hace falta una estrategia y disposición al diálogo y la negociación, porque la transición y el dogma se tienen mutua alergia".
El objetivo de las fuerzas antisocialistas está muy claro: conducir al Socialismo al centro, debilitarlo y después darle el zarpazo. No hay dudas, en el centro nos espera el patíbulo.
¡Sin Chávez no hay Socialismo, Sin Socialismo no hay Chávez!
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