Una revolución no es un camino recto hacia la tierra prometida, al contrario, es un laberinto de difícil solución, una vía llena de contradicciones, avances inesperados y retrocesos incomprensibles. Lo anterior se agudiza en los intentos pacíficos, en los que los campos se imbrican, conviven y se enfrentan con disimulo.
Quienes no entiendan esta lógica de la Revolución pacífica terminarán, al primer requiebro del camino, en la acera de enfrente. No comprenderán el curso de la marcha, ni el ritmo ni la velocidad. Errarán los campos de batalla, serán víctimas del desencanto, se refugiarán en la estridencia verbal y física para solventar la angustia de la incomprensión.
El avance revolucionario es sinuoso, disparejo. A veces se adelanta en lo económico, se socializan unidades productivas, en otras se retrocede, se estimula al capitalismo. Se hacen declaraciones revolucionarias y, también, se regresa al viejo discurso. En ocasiones se impulsa el Trabajo Colectivo Voluntario y en otras se prestigia el egoísmo. Es así, debe comprenderse que el avance no es simultáneo en todos los frentes de batalla.
La pregunta es ¿cómo saber si vamos bien, cómo saber si el avance es sólido? ¿Cómo navegar en este mar de olas traicioneras?
Las respuestas son difíciles, transitamos caminos inéditos, la teoría universal nos orienta en la estrategia, la táctica queda a la reflexión, a la inteligencia del proceso. Entonces ¿cómo tomar una decisión?
Lo primero es conocer que el enemigo intenta desencantarnos de la Revolución y del líder, toda su propaganda, sus acciones, tienen ese fin. Es así que sus plumíferos, ante la primera duda, atacan con furia. Saben que la fuerza de la Revolución está en la conexión amorosa entre el líder y su pueblo, y allí meten su cizaña.
Dieterich, vestido de superioridad y ciencia europea, decreta que esto no es Revolución, y que el único camino que nos queda es la derecha. Masó, recordando sus viejos tiempos de marxistoide, sentencia que vamos por mal camino. Y hasta poleo, el veterano agente del norte, tiene las santas pepas de dictar cátedra de revolución y de consecuencia. Teo no se queda atrás y no resiste en pontificar.
Ya la posición contraria de los enemigos nos daría indicios de lo bien que vamos en la derrota del sistema de miseria que ellos representan y tratan de restaurar.
Debemos tener presente que nos movemos por terrenos inéditos, difíciles, en este camino se necesita crítica constructiva, pero también una inmensa fe y lealtad en el líder, gran disciplina, una gran vocación unitaria y mucho estudio para poder aportar a las circunstancias difíciles que siempre encontraremos. Sobre todo es importante comprender que el error es consustancial al movimiento, decía un clásico “quien nunca hace nada, nunca se equivoca.”
Sólo esta actitud nos defenderá de los ataques del enemigo que es muy astuto. Ejemplos ilustran: a Bolívar le pusieron el pueblo en contra y lo llevaron a San Pedro Alejandrino, a Lenin los enemigos lo acusaron de espía alemán.
¡Con Chávez resteaos!
Quienes no entiendan esta lógica de la Revolución pacífica terminarán, al primer requiebro del camino, en la acera de enfrente. No comprenderán el curso de la marcha, ni el ritmo ni la velocidad. Errarán los campos de batalla, serán víctimas del desencanto, se refugiarán en la estridencia verbal y física para solventar la angustia de la incomprensión.
El avance revolucionario es sinuoso, disparejo. A veces se adelanta en lo económico, se socializan unidades productivas, en otras se retrocede, se estimula al capitalismo. Se hacen declaraciones revolucionarias y, también, se regresa al viejo discurso. En ocasiones se impulsa el Trabajo Colectivo Voluntario y en otras se prestigia el egoísmo. Es así, debe comprenderse que el avance no es simultáneo en todos los frentes de batalla.
La pregunta es ¿cómo saber si vamos bien, cómo saber si el avance es sólido? ¿Cómo navegar en este mar de olas traicioneras?
Las respuestas son difíciles, transitamos caminos inéditos, la teoría universal nos orienta en la estrategia, la táctica queda a la reflexión, a la inteligencia del proceso. Entonces ¿cómo tomar una decisión?
Lo primero es conocer que el enemigo intenta desencantarnos de la Revolución y del líder, toda su propaganda, sus acciones, tienen ese fin. Es así que sus plumíferos, ante la primera duda, atacan con furia. Saben que la fuerza de la Revolución está en la conexión amorosa entre el líder y su pueblo, y allí meten su cizaña.
Dieterich, vestido de superioridad y ciencia europea, decreta que esto no es Revolución, y que el único camino que nos queda es la derecha. Masó, recordando sus viejos tiempos de marxistoide, sentencia que vamos por mal camino. Y hasta poleo, el veterano agente del norte, tiene las santas pepas de dictar cátedra de revolución y de consecuencia. Teo no se queda atrás y no resiste en pontificar.
Ya la posición contraria de los enemigos nos daría indicios de lo bien que vamos en la derrota del sistema de miseria que ellos representan y tratan de restaurar.
Debemos tener presente que nos movemos por terrenos inéditos, difíciles, en este camino se necesita crítica constructiva, pero también una inmensa fe y lealtad en el líder, gran disciplina, una gran vocación unitaria y mucho estudio para poder aportar a las circunstancias difíciles que siempre encontraremos. Sobre todo es importante comprender que el error es consustancial al movimiento, decía un clásico “quien nunca hace nada, nunca se equivoca.”
Sólo esta actitud nos defenderá de los ataques del enemigo que es muy astuto. Ejemplos ilustran: a Bolívar le pusieron el pueblo en contra y lo llevaron a San Pedro Alejandrino, a Lenin los enemigos lo acusaron de espía alemán.
¡Con Chávez resteaos!
2 comentarios:
Me encanta su escrito, especialmente en el penúltimo y último párrafo. Uno de los aspectos principales es el de la crítica constructiva, sin ella, no podemos ver por dónde vamos, en qué erramos, que hace felíz a la gente, qué puede ser mejor a lo hecho, y para ello deben estar abiertos todos los puntos de conversación. Cuando unimos esto, a lo que nos dicta el corazón, más la fé y la lealtad a quien nos guía, quien es el primero que ejecuta todas estas acciones descritas, entonces realmente vamos concatenados unos a otros, sin exclusión, sin divergencias graves, en un solo camino...la evolución de la humanidad hacia arriba, hacia delante, al frente,como quieran verlo cada uno de nosotros.
Me encanta su escrito, especialmente en el penúltimo y último párrafo. Uno de los aspectos principales es el de la crítica constructiva, sin ella, no podemos ver por dónde vamos, en qué erramos, que hace felíz a la gente, qué puede ser mejor a lo hecho, y para ello deben estar abiertos todos los puntos de conversación. Cuando unimos esto, a lo que nos dicta el corazón, más la fé y la lealtad a quien nos guía, quien es el primero que ejecuta todas estas acciones descritas, entonces realmente vamos concatenados unos a otros, sin exclusión, sin divergencias graves, en un solo camino...la evolución de la humanidad hacia arriba, hacia delante, al frente,como quieran verlo cada uno de nosotros.
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