Cuando los socialistas se apartan del Socialismo, se debilitan. Al intentar temperarlo, ensayar híbridos, convivencias y otras formas de mezclas con el capitalismo, siempre terminan recibiendo un zarpazo definitivo.
Las variadas acciones para resolver el problema de la vivienda a los humildes han abierto un escenario de confrontación entre el capitalismo, el Socialismo y las formas reformistas.
El campo socialista se enmaraña en sus buenas intenciones: censos, garantía de materiales, búsqueda de terrenos, compra de edificios abandonados que eran pasivos burgueses y la “colaboración” directa de la empresa privada.
Lo importante es el sentimiento, la espiritualidad en que todo esto se sostiene. Y debemos decirlo con valentía, el tiempo histórico así lo exige: ¡se sostiene en el egoísmo capitalista! Estamos fabricando territorio capitalista, cuchillo para la garganta del Socialismo. Veamos.
No tardaron en aparecer los capitalistas pescadores en la emergencia y en las buenas intenciones: surgió por arte de magia una “Cámara Socialista de la Construcción ”, difícil conseguir mayor caradurismo: capitalistas gulosos disfrazados de socialistas. Ya conocíamos de los “empresarios socialistas” que andan por allí pescando negocios y tratando de callar a los que denuncian esa grosería.
El sector financiero, pilar fundamental de la apropiación burguesa de la renta, también entró en el festín.
Hasta allí todo previsible, los capitalistas se comportan como capitalistas, es decir, pasan por sobre cualquier obstáculo ético o físico con tal de obtener dividendo. Donde el asunto adquiere altas cotas de ironía es en el campo político.
Allí afloran las debilidades de la conducta híbrida reformista, que permite dormir tranquila a la pequeña burguesía. Ahora aparece el avispado de rosales sembrando en el terreno que, paradójicamente, la revolución abonó, y profundiza en el egoísmo: rosales propone que el individualismo se alimente de manera directa y segura, sin tanto tramite y papeleo, que se use la “tarjeta mi negra” para repartir los recursos, que cada quién con su tarjeta tenga la cuota inicial para su vivienda que pueda comprar en el mercado capitalista.
Entramos así en un peligroso terreno: una puja por ver quién da más y más fácil, un torneo de fragmentación, una danza macabra y suicida alrededor del becerro de oro.
Por ese camino no habrá socialismo, pero tampoco patria, al final la miseria arropará a la nación, sólo quedarán los despojos de un festín insensato, los dolores de un parto fallido y un pueblo escéptico.
Aún hay tiempo de revertir el rumbo que yugula a la Revolución Bolivariana , es preciso, es un deber defender el milagro: el liderazgo y el proceso.
Es necesario superar las teorías conciliadoras, los híbridos reformistas que sólo sirven para debilitar la base psíquica del Socialismo. Es urgente ir a la esencia socialista, apoyarse en el espíritu, crear conciencia revolucionaria. Correr los riesgos de convocar al pueblo para lo grande, para lo hermoso, sacarlo de la lógica despilfarradora.
Estamos seguros que el espíritu de abril, de diciembre, del Paso de los Andes, del 4 de febrero, nos guiará y derrotaremos a los enemigos del Socialismo.
¡Con Chávez resteaos!
1 comentario:
Totalmente de acuerdo!.
El amor es amor del bueno, cuando no solo se queda en la palabra. Falta acción, pero no por ello significa hipotecar el camino, y menos en afirmación de la cultura capitalista. La vivienda no es un bien de consumo, por lo que nadie debería verla así, es un bien material simplemente para vivir. El amor no es lástima, el amor exige reciprocidad tácita y si el corazón está en su lugar, eso es lo que debería suceder.
Estamos inmerso en un estado capitalista aunque nadie lo quiera decir, y es en sus propias entrañas donde debe iniciarse el proceso de transformación. Es por eso que estan ocurriendo las divergencias y es absolutamente normal...lo que si es seguro es de que el camino es uno solo y no dos o tres.
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