La comprensión de la relación existencia-conciencia es vital para la consolidación de una Revolución. De este concepto depende su futuro. Una errada visión, una teoría equivocada, nos conducirá por un extravío del que será difícil regresar. El asunto merece reflexión. Veamos.
En la existencia, las relaciones económicas de propiedad son fundamentales para la formación de la conciencia, y es la relación económica dominante la que determina la conciencia dominante, y ésta es dominante porque impregna a toda la sociedad, a los dominados y a los dominadores. Esto es lo que hace posible al sistema capitalista.
La historia nos enseña que los procesos revolucionarios rompen primero esta hegemonía de la conciencia y después construyen la relación económica que con ella se entrelaza. Dicho en otras palabras: primero la revolución ocurre en la conciencia y luego en la economía, en la existencia.
Es la conciencia adquirida la que dirige la formación económica revolucionaria. Entonces, podemos afirmar que la revolución es, ante todo y primero, un acto conciente y después económico.
Pensar que las reformas materiales conducirán espontáneamente a la formación de conciencia revolucionaria es un camino a la derrota. Ahora bien, pensar que formas económicas parceladas, fragmentadas, es decir capitalistas, nos conducirán al Socialismo, es transitar el camino a un espantoso desastre.
Se deduce que la principal tarea de la Revolución es la formación y consolidación de la conciencia revolucionaria: la fraternidad, el sentido de pertenencia a la sociedad. Las formas económicas deben reforzar esta formación de conciencia, esa será la medida de su éxito.
Todas las acciones de la Revolución deben tener ese objetivo: la Cultura Revolucionaria debe sembrar y difundir esos valores. La información, la escuela de cuadros, la actitud de los revolucionarios, todo debe apuntalar esa conciencia.
Una Revolución que abandone la formación de conciencia revolucionaria, o la coloque en segundo plano, desligando lo espiritual como soporte de lo material, está destinada a perecer.
Otro nombre de la Revolución es Renacer, la Revolución es eso, un Renacer de espíritu, sustituir el egoísmo que nos habita, por el amor al prójimo y a la naturaleza, única manera de salvar a la Humanidad. Esa es la creación del Hombre Nuevo, todo debe estar al servicio de esa fundación, sobre todo la relación económica de propiedad, que no tiene ningún valor si no contribuye a la formación de Conciencia Revolucionaria.
La única manera de medir a una Revolución es evaluando la calidad del hombre que forma, y la calidad del humano se mide en las acciones que es capaz de emprender, por las dificultades que puede soportar, por las circunstancias que puede entender.
Este pueblo ha dado muestra de intimidad con el altruismo: abril fue un fogonazo de Socialismo, esos días el pueblo humilde salió guiado por inmensos sentimientos de amor, sin más estímulo que la defensa de la dignidad. La tarea ahora es construir una economía acorde con aquel espíritu.
Sólo así podremos decir en los momentos postreros: no aramos en el mar, soñamos y cosechamos victorias, construimos otro mundo.
¡Chávez es Socialismo!
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