La unidad es un fenómeno revolucionario, el proceso unitario es esencia del proceso revolucionario. La división es un fenómeno contrarrevolucionario, el proceso divisionista es esencia del proceso contrarrevolucionario. Unidad y División yacen en el fondo de Revolución y Contrarrevolución.
Si la división, si la fragmentación social es la base del capitalismo, justo es pensar que es la base de su acción política. Si observamos con detenimiento detectaremos los fenómenos fragmentarios en toda la política de la dominación. Revisemos algunos.
Niega la organización social, sus partidos son “maquinarias electorales”, simples instrumentos de comercialización de candidatos que se escogen en una cúpula, escena de feroces peleas a cuchillo. El acto electoral, la votación, fragmenta, y cada fragmento es un ciudadano náufrago tras un biombo. El acto electoral es un acto de soledad, a él vamos solitarios y de él salimos íngrimos, sin conexión con nadie, anónimos. Es un acto lleno de tristeza, de soledad.
El líder en el capitalismo no es un conductor, es un buen candidato, y un buen candidato es, tiene que ser, una buena mercancía. Las ideas, los proyectos, el rumbo, no entra en consideración en la política capitalista, eso es un “añadido” que lo ponen los especialistas, los técnicos.
Toda la cultura capitalista tiene como fin la fragmentación, justificar la división, perpetuarla, profundizarla. En resumen, el hombre del capitalismo, el hombre que produce y que necesita el capitalismo, es un hombre fragmentado.
Ahora bien, si la integración social es la esencia del Socialismo, lógico es pensar que la integración es la base de su política.
El Socialismo es integrador en todas las actividades sociales. Sus elecciones son integradoras, se eligen delegados que no pierden contacto con el ámbito que los eligió, se construye un tejido social que siempre está en funcionamiento, la votación es un acto más de este tejido, de ella se emerge con sentido de pertenencia, conectado con los organismos elegidos, acompañado.
Los cargos a elegir no generan privilegios, al ser así, la pelea por ellos tiene más proyectos, ideas, planes, es fraterna, no es una competencia entre mercancías, sino entre conductores.
En el Socialismo el esfuerzo de cada uno beneficia al todo, de esta manera la pugna no es personal, de grupos, de fracciones, en ella no hay derrotados, no puede haberlos, el beneficio de uno es beneficio de todos.
Es claro, entonces, que la búsqueda de la unidad es un combate entre el Socialismo y el capitalismo, es una confrontación política de vital importancia. La pregunta que surge es ¿cómo se da esa batalla en la práctica?
La forma como busquemos la unidad refleja nuestra posición política general: Sostenemos que así como es necesario un Estado Revolucionario de Transición, es necesario un líder en esa transición. O dicho en directas palabras, no es posible Revolución sin Estado Revolucionario, y no es posible Unidad Revolucionaria real sin líder revolucionario. La Unidad tiene que darse alrededor del Líder, Fidel, Lenin, Bolívar, Mao, Torrijos, Allende, el Che, reafirman la idea.
¡Chávez es Unidad Socialista!
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