La batalla por la enmienda es vital, de ella depende la posibilidad de redención, el destino de este pueblo desposeído, de este continente. Si la Revolución Bolivariana fracasa la Esperanza mundial muere.
Todas las revoluciones (las hasta ahora conocidas) se sustentan en la conexión amorosa de un líder con el pueblo desposeído. Así fue la Revolución de independencia: Bolívar emocionó, enamoró a la nación y la llevó a la liberación. Así fue con Zamora, levantó multitudes y la condujo a la guerra patria. Fabricio, Américo, se yerguen en lo profundo del sentimiento cimarrón de la sociedad.
Fidel y los barbudos establecieron puentes imperecederos con el espíritu de aquel pueblo y con la América toda, antes lo habían conseguido Martí, Máximo y Maceo.
Aquí con el Comandante Chávez la conexión amorosa se estableció y tomó caminos inéditos.
Parece que los pueblos despiertan cada cien años para intentar un sueño, y en ese momento todas las infamias se conjuran contra el sostén de la Esperanza. Muchas veces la maldad triunfa, pero el triunfo de la ignominia es siempre pasajero, aunque doloroso, retarda siglos la oportunidad de redención.
Hoy en Venezuela vivimos uno de estos momentos estelares, volvió la conexión luminosa y ha resistido a la traición y al artero ataque. Ahora vamos a una batalla vital para la continuidad del proceso: La Enmienda.
Es errado pensar que es sólo un asunto de “ampliar la democracia”, de “modificar la constitución un poquito”, de algo de poca trascendencia cuyo resultado no tendrá graves consecuencias sobre la vida.
Si planteamos el asunto así, como algo sin importancia vital, donde vale lo mismo ganar que perder, entonces estamos convocando al pueblo para una batalla fútil, una elección más, y su participación será cónsona con la calidad de la pequeña escaramuza que proponemos.
Ahora bien, al pueblo desposeído hay que decirle la verdad, sin miedo, sin miriñaques, plantearle que estamos decidiendo el destino de la Revolución, del Socialismo, porque estamos decidiendo la suerte de la conexión amorosa que sustenta a la Revolución.
Esta conexión Chávez-Pueblo es vital para la Revolución, sin ella no es pensable el Socialismo en este país. Y sin Socialismo aquí, del bueno, del verdadero, no habrá felicidad posible. La humanidad se priva de un faro necesarísimo en estos momentos de crisis por la que atraviesa.
Debemos convocar al pueblo para el Paso de Los Andes, para la Batalla de Carabobo, para la invasión de Los Cayos, esa es la magnitud exacta de la contienda.
Sólo convocando al pueblo para la grandeza obtendremos del pueblo conductas grandes, capaz de dar grandes batallas. Llamándolo a batallas insignificantes, obtendremos comportamientos mezquinos, insignificantes, sin trascendencia.
Este pueblo merece ser convocado para grandes batallas, y la Enmienda es una de ellas. Vamos a la enmienda con el orgullo de quien tiene la oportunidad de participar en una gran batalla patria. Los días de la independencia han regresado.
¡Chávez!
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