Hemos aprendido que las revoluciones, aun pacíficas, si son verdaderas, tienen que enfrentar tarde o temprano la violencia de las clases dominantes desplazadas en su hegemonía, y que esa violencia no cesa hasta que las clases dominantes no hayan sido derrotadas definitivamente en la política y la economía.
Hemos aprendido también que el factor determinante en la contienda con las clases dominantes es la conciencia, la ideología, la espiritualidad. Reafirmamos el pensamiento de que una Revolución no puede ir más allá de la ideología que la sostiene.
Hoy en Venezuela la violencia de las clases dominantes desplazadas se pone en evidencia. Veamos.
En pleno proceso electoral por la Enmienda el enemigo oligarca mueve sus piezas, se posesiona para un ataque de gran magnitud, lo despliegan amparados en nuestra distracción.
Los oligarcas presienten la crisis que se avecina y disputan al pueblo las reservas de la nación que la Revolución destina al bienestar de los sectores humildes. Amenazan con desabastecimiento, y despedir cientos de miles de empleados.
Se comportan como lo que son, capitalistas, egoístas, siempre fue así y siempre será así, allá los tontos que esperan otro comportamiento de los alacranes, y plantean coqueteos y sistemas mixtos.
Pero no se quedan sólo allí, pasan a mayores, y al desabastecimiento y a las amenazas se le suman: desestabilización con los estudiantes sifrinos, la infiltración de paramilitares, el susurro a militares y el ataque a Generales Bolivarianos. Todo es parte de un gran plan arquitectado por los tanques pensantes gringos y por su brazo político infiltrado, el comando puerto rico. El trinomio de la agresión está completo: la oligarquía económica, su brazo político el comando puerto rico, y los gringos detrás de todo eso.
No hay dudas, la Revolución está llena de asombros, es un proceso desconcertante, no acepta cuadrícula. En pleno proceso electoral, cuando se pensaba en estabilidad, en un correr plácido de la democracia ampliada, salta el monstruo oligarca y amenaza con fascismo, vuelve el fantasma de pinochet, a recorrer los territorios de la Revolución Bolivariana.
Debemos entender que el pilar fundamental de defensa de una Revolución es la ideología, la conciencia, la espiritualidad.
Frente a la agresión, es más importante que nunca afinar la ideología, definir los puntos principales del accionar revolucionario, los que sostienen al Socialismo, desechar las ambigüedades y coqueteos, el colaboracionismo como solución. Ir a los cimientos del nuevo orden social que debemos construir.
No podemos seguir en el círculo vicioso de permitirles salir de la legalidad para intentar derrumbar a la Revolución, y cuando fracasan volver a ella para ampararse y preparar nuevas embestidas.
Si los oligarcas se salen de la legalidad, si intentan asaltar a la Revolución, entonces la Revolución está en el deber de defenderse, tiene el derecho de hacerlo, debemos decretar una situación excepcional y considerar a las fábricas, a lo medios de deformación que se plieguen a la agresión, como instrumentos militares enemigos que deben ser confiscados.
¡Con la Enmienda todo, contra la Enmienda nada!
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