La inseguridad es preocupación de todos, ocupa lugar primado en las discusiones cotidianas y en las angustias de gobierno y dirigentes bolivarianos. El asunto merece discusión.
Si queremos superar la inseguridad debemos estudiar sus bases más profundas y desde allí construir la solución. Veamos.
Debemos ver a la inseguridad como una falta de control del espíritu social sobre los individuos. Explicamos. Los controles éticos están fallando, el delito no está siendo combatido en la conciencia, o mejor, los valores éticos que controlan a la sociedad no controlan al delito.
¿Por qué ocurre esto?
Variadas son las razones. Una importante es que los valores éticos proclamados, honestidad, solidaridad, amor, están separados de la práctica, hay una gran hipocresía entre ética y moral.
El armazón ético propio del capitalismo, cuya hipocresía puso en evidencia la Revolución, no ha podido ser sustituido por la ética de la Revolución. La Revolución ha fracasado en la instalación de una nueva ética. He allí el fondo del problema de la inseguridad.
En esas condiciones, el egoísmo ha irrumpido desde el fondo del alma de las masas excluidas porque se ha roto la armazon ética que lo mantenía controlado.
Al no funcionar los controles espirituales, los mecanismos represivos del Estado han sido rebasados, entonces, en las avanzadas de las zonas sociales más depauperadas se buscan salidas materiales y espirituales, justifican su existencia de la única forma que les es dada: la violencia egoista. Sobre el prójimo descargan su frustración y sobre el prójimo se valorizan, la rebelión social toma forma de delito egoista.
El delito es un síntoma claro de que la sociedad está enferma, y de que por ahora no hemos encontrado el remedio.
¿Qué hacer?
La inseguridad debe enfrentarse desde dos vertientes principales: una, la represión del Estado, esa es inevitable, pero es a la larga ineficaz.
La otra, la principal, es la restitución de la conexión entre la ética y la conducta, de esta manera la espiritualidad, los valores, la ética, ahora revolucionarios, volverán a cumplir su papel de controlador de la conducta social, y podremos encauzar la energía que hoy se disipa en delitos, en agresiones, por los caminos de la construcción y el beneficio social.
El divorció ocurre porque hay una separación entre la ética y la base económica que la sustenta: se pregona solidaridad y la economía capitalista legitima la guerra de todos contra todos.
Entonces, se debe adecuar la economía a la ética del deber social, esto es, se debe impulsar la propiedad social de los medios de producción y, sobre ese tejido económico, asentar la ética del deber social. La necesidad de la hegemonía de la Propiedad Social de los medios de producción no es un problema meramente económico, es un asunto ante todo, ético. No basta tener la renta, hay que tener el alma de la sociedad.
La Revolución debe ser coherente, lo pregonado debe estar conectado con lo que se hace como individuos y como gobierno.
¡Chávez es Esperanza Socialista!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario