19.11.08

LA CALMA

Poco a poco una calma cubre al país. Es el sosiego que precede a las grandes batallas cuando los bandos enemigos se observan expectantes desde sus trincheras. Son momentos de alta tensión y definiciones trascendentes: todos saben que los próximos instantes decidirán vida de pueblos y hombres.
El 23 vamos a una de estas grandes batallas, la preceden momentos de calma y de sentimientos. En las batallas donde se decide la vida, el sentimiento opaca al cálculo y al frío argumento, es la hora de la pasión que mueve a las grandes empresas de la humanidad.
En la base de las grandes batallas humanas, más que las consideraciones y beneficios materiales, está la pasión de los pueblos.
Busquemos las motivaciones que llevaron a los llaneros a cruzar Los Andes y llegar hasta el Perú. Pensemos en los motivos que encendieron la llama que brilló en Ayacucho. Investiguemos los impulsos del 4 de Febrero. Siempre encontraremos la pasión, el sentimiento por sobre cualquier otra consideración.
El 23 vamos a una de esas grandes batallas, decidiremos el destino de la patria, del continente, de la humanidad. Decidiremos si vamos a contribuir a su redención, o si vamos a comportarnos como aquellos a los que el oportunismo, la apetencia inmediata, la irresponsabilidad, les hace perder su futuro, como el que lo cambió todo por un plato de lentejas.
El 23 decidiremos la permanencia del Comandante, o si repetiremos la elección de Barrabás, si le daremos la espalda de nuevo a la justicia y al amor, si volveremos a los días del circo romano, donde por unas horas de festiva inconciencia se sacrificaban a los hombres en la arena.
Decidiremos si nuestro sentimiento está a la altura de la oportunidad de avanzar hacia nuestra redención, o si la ponzoña capitalista no nos deja ver más allá de nuestras narices, si la propaganda de los crueles que nos desprecian nos dirige y nos convierte en soporte de nuestros propios verdugos.
Estos días de calma antes de la batalla, deben ser aprovechados para remover en el fondo de cada uno de nosotros el sentimiento que motivará la acción. Decidiremos si nos colocamos al lado del hombre que lo arriesgó y lo arriesga todo, hasta la vida, por nosotros, o nos colocaremos al lado de los mercenarios de siempre, los depredadores de toda la vida, los que calculan antes de hablar, pelan los dientes y saludan a las viejitas que después sacrificarán en el altar del beneficio personal.
El 23 decidiremos entre el que nos ayuda y el que nos intenta regresar al pasado de olvido y exclusión.
El 23 debemos seguir juntos, avanzando, cometiendo errores, pero avanzando. Depurándonos, pero avanzando.
El 23 debemos defender la Esperanza , la posibilidad de construir, de avanzar. Y debemos derrotar a la oligarquía que pretende, con engaños, regresarnos a su mundo de miseria espiritual y material, a aquel pasado, cuando le arrebataron el futuro a los humildes.
¡Chávez es la Esperanza!

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