Un acertado mapa es el inicio de un exitoso desempeño en política. Si el mapa es incompleto, nos llevará a terrenos de debilidad, si es superficial, estaremos condenados a los vaivenes de las profundidades desconocidas, si es influenciado por nuestros deseos, nos deparará grandes frustraciones, si no hay mapa somos juguetes de las circunstancias.
El mapa político puede ser elaborado tomando en cuenta las siglas de los actores, funcionaría para lo inmediato, para épocas de poca exigencia, pero sería imperfecto, no podría dar respuesta a avances más profundos.
Un mapa así sería útil para lo táctico, pero si confundimos este mapa táctico con el mapa estratégico, no podríamos avanzar, nos perderíamos en los pantanos del pragmatismo.
El mapa estratégico requiere considerar las afinidades ideológicas, los intereses de clases representados en los actores políticos, los proyectos que se defienden. En la elaboración de un mapa así, nos tropezaremos con muchas sorpresas: partidos que pensábamos estaban en bandos contrarios, con estos criterios aparecerán hermanados, con la misma ideología.
Este proceso queda bien ilustrado con el deslizamiento del partido “Podemos”, que acompañó a la Revolución. Sus siglas estuvieron de este lado tácticamente, mientras no avanzábamos a terrenos de definición, pero su corazón estratégico era escuálido, su ideología antisocialista y, finalmente, cuando la Revolución dio pasos, “Podemos” se deslizó al bando donde pertenecía, junto a sus afines: el partido de rosalito, primero justicia, globovisión, al mismo saco de los defensores del imperio.
Es importante construir el mapa estratégico de la Revolución Bolivariana , para eso debemos definir las ideologías en pugna. Veamos.
Primero, tenemos a la Ideología Revolucionaria , la que postula que el Socialismo tiene como condición ineludible la hegemonía de la Propiedad Social de los medios de producción y la Conciencia del Deber Social.
Frente a esta Ideología Revolucionaria tenemos la ideología del capitalismo, que postula la hegemonía de la propiedad nosocial de los medios de producción, la conciencia egoísta, la competencia que ellos llaman “libre empresa.”
La Ideología Revolucionaria nace de la existencia del proletariado, de los que venden su trabajo.
La ideología capitalista nace de la existencia de los oligarcas que se apropian del trabajo y la riqueza que pertenece a toda la sociedad.
La ideología capitalista nace de la existencia de los oligarcas que se apropian del trabajo y la riqueza que pertenece a toda la sociedad.
Entre estas dos ideologías principales, propias de la oligarquía y de los obreros, se encuentran ideologías intermedias.
Son ideologías incapaces de construir proyectos viables, oscilan entre el cuestionamiento del sistema capitalista y el terror de superarlo. No van más lejos de fórmulas siempre ineficaces, que suelen disfrazar con retórica populista y pseudo-revolucionaria. Estas ideologías son propias de la pequeña burguesía, y en última instancia benefician a la clase oligarca.
A medida que la Revolución avanza, las definiciones ideológicas se hacen más afiladas, las posiciones se delinean con más precisión, no hay lugar para ambigüedades.
Con un mapa estratégico así, construido en base a las ideologías y no a las siglas, estamos en capacidad de predecir el desarrollo del difícil cuadro político, de estudiar posibilidades de comportamiento, de avanzar hipótesis.
¡Chávez es Esperanza Socialista!
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