Ya sabemos que la Conciencia del Deber Social está estrechamente relacionada con la Propiedad Social. Pero es más profunda la necesidad de su hegemonía, sólo con ella se puede fundar el nuevo sistema, la nueva cultura, podríamos decir, la nueva civilización que es el Socialismo.
Venezuela, país rentista, presenta unas características especialísimas. Aquí la riqueza es atrapada con la renta, no es directamente producida, ésta es una situación sui generis. La producción de riqueza, o mejor, la captura de la renta y la formación de conciencia, no se generan en el mismo lugar. Dicho en otras palabras, la petrolera genera divisas pero no genera conciencia. O dicho de otra manera, la riqueza no es producto del trabajo directo.
La economía venezolana depende de la renta petrolera, por eso aquí tiene más importancia el despojo de la renta que la captura de plusvalía. Esta situación nos presenta un reto como Revolución Socialista.
El Socialismo nuestro resultará de la correcta utilización de la renta petrolera. Debemos invertirlo en crear una nueva cultura del trabajo.
Formar fábricas socialistas, centros de trabajo socialista, de Propiedad Social administrada por el Estado como representante de las mayorías.
Esas fábrica y esos centros serán escuela de Socialismo, donde el hombre aprenderá una nueva noción del trabajo, será concreción de la Conciencia del Deber Social. El trabajo será expresión práctica de esa conciencia, se trabajará para la sociedad, dando según nuestra capacidad, y hacer posible que la sociedad dé a todos según la necesidad.
Esos centros y esas fábricas irradiarán conciencia social sobre el resto de la sociedad, deben ser modelo ético y de eficacia.
La nacionalización de SIDOR, Lácteos Los Andes, la Fábrica de Harina Indio Yaracuy, deben ser hitos en este camino.
La sociedad debe ser estremecida en sus cimientos por la nueva manera de invertir la renta, debe sentirse que estamos fundando una nueva sociedad, una nueva manera de relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza, debe sentirse que algo está cambiando, que los paradigmas se están rompiendo, que estamos fundando una nueva manera de vivir, que debe servir de ejemplo al mundo.
Sobre ese tejido de producción, de nueva relación con el trabajo, debe darse un estallido de creatividad: el arte debe estremecerse, los ojos del mundo deben asombrarse con lo que es capaz el humano cuando se libera de la compulsión del trabajo que se le hace ajeno, cuando se apropia de su mundo, lo puede dirigir, y se libera de la necesidad de venderse para sobrevivir.
Aquí en Venezuela es posible, ya hemos comenzado, liberar al humano que estaba aplastado por los sistemas sociales expropiadores, el hombre nuevo es el único viable, el hombre del capitalismo es una pasión inútil.
No podemos fallar, el capitalismo en su desarrollo nos puso frente a un dilema: o acaba con el planeta, o lo superamos construyendo el Socialismo.
El dilema es dramático: Socialismo o Barbarie.
¡Chávez es Socialismo!
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