Una Revolución es un brutal enfrentamiento entre dos sistemas. En este enfrentamiento inevitable, el sistema hasta ese momento hegemónico se defiende con la obstinación de quien en la batalla le va la vida, y el sistema emergente debe atacar con el ímpetu de quién no tiene más oportunidades.
Las armas del sistema hegemónico son extremadamente fuertes, de su lado está la fuerza de la costumbre, la cultura, y una extraordinaria fuerza material mundial, la economía que se opone al cambio. Por eso, el pensar en sustituirlo, el pensar en una Revolución, no es tarea de timoratos, los pusilánimes sólo proponen reformismos ineficaces.
Las revoluciones son, sin duda, un milagro impulsado por una idea correcta, y la necesidad y la posibilidad vital de sustituir al sistema hegemónico. No es concebible una Revolución sin este fuego impulsor, no es pensable una Revolución que no esté alimentada por el sentimiento volcánico de la imperiosa sustitución.
Revolución que plantee convivencias estratégicas, medias tintas justificadas en teorías añejas y artificiosas, que rompa la regla sagrada del enfrentamiento cruento con el pasado, no será más que un sarcasmo doloroso para la sociedad que se desea liberar, y se irá diluyendo en la querencia popular hasta quedar como un impreciso recuerdo.
La Revolución Bolivariana debe retomar el camino del enfrentamiento con el capitalismo, dejar claro en lo declarativo y lo operativo que es una opción al capitalismo, que el sistema capitalista es incapaz de resolver los problemas que el mismo ha creado, y que sólo el Socialismo es capaz de reconstruir el mundo de manera que sea viable y centro de felicidad.
A cada problema que surja, ya sea desabastecimiento, inseguridad, etc., debemos dar una respuesta Socialista, más eficaz, más allá de las apariencias.
Debemos decretar una ofensiva para explicar el origen profundo de los problemas, por ejemplo: el consumismo derrochador produce altos niveles de basura, inmanejables sin la participación social, sin modificaciones en los hábitos de vida impuestos por el capitalismo, explicar que la basura es reflejo de la contaminación mundial producida por el sistema capitalista, que hace al mundo inviable y que produce el calentamiento global que nos aniquilará sino se detiene.
Por tanto, una sociedad debe recoger la basura y también, más importante aún, debe luchar contra el sistema capitalista, convicto y confeso de convertir al planeta en un basurero.
El mismo tratamiento debe darse al asunto de la inseguridad.
Para dar esta batalla revolucionaria debemos apoyarnos en los pensadores revolucionarios, que constituyen un río sin discontinuidad. No debemos desechar a ninguno, descalificar a ninguno, porque sería romper el hilo histórico y correríamos riesgo de caer en la contrarrevolución. Hoy no se puede ser revolucionario sin ser Cristiano, sin ser Bolivariano, Martiano, Zamorano, sin ser Marxista, y principalmente sin ser Guevarista.
Todos los pensadores deben estudiarse en su tiempo, tomar de ellos su mejor aporte revolucionario y adaptarlo a nuestro momento y a nuestro espacio, lo que significa tomar de ellos la fuerza para dar el salto, nunca la justificación para la parsimonia.
¡ La Revolución , si es verdadera, se enfrenta al capitalismo!
¡Chávez es Socialismo!
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