Un día el imperio difundió la noticia de la captura de cinco “espías” cubanos en su territorio, y ese mismo instante el mundo asistió a una de las mayores muestra de dignidad de un país: ese mismo instante, el Comandante Fidel refutó al imperio y develó que aquellos prisioneros no eran espías, sino héroes de la Revolución Cubana que en las entrañas del monstruo luchaban contra el terrorismo que desde ese territorio se gestaba contra Cuba y contra el mundo.
Se supo así de la épica de esos muchachos que no vacilaron en correr todos los peligros y las incomprensiones para defender a la humanidad del terrorismo. Conocimos a cinco héroes, a cinco dignidades.
Pero también conocimos del ensañamiento del monstruo contra la decencia, el decoro, la humanidad.
Diez años tienen secuestrados los héroes, diez largos años teñidos de argucias legales que disfrazan la infamia, diez años separados de sus familiares, aislados del mundo, en condiciones terribles.
Nosotros, que somos una Revolución con alto contenido humanista, tenemos un compromiso con estos defensores de la humanidad. Es necesario que tomemos acciones frente a esta injusticia internacional, eso acerará el espíritu del Pueblo, ese es un ejemplo que nos educará en los valores revolucionarios. Pero además es un deber nuestro no dejarlos solos, no abandonarlos, no darles la espalda.
Mientras ellos estén secuestrados, los pueblos del mundo, la Revolución Bolivariana , tiene una deuda que saldar.
Nosotros, y debemos reconocerlo, no hemos hecho lo que debíamos, todos hemos fallado.
Se ha propuesto una campaña por el otorgamiento de la “Orden del Libertador para estos cinco héroes cubanos defensores de la humanidad”, y la campaña ha sido débil: se recogieron muchas firmas, es verdad, pero no fueron masivas como corresponde a una causa noble.
Es incomprensible que un gobierno revolucionario, que una Revolución sea tan “recatada” con esta solidaridad que nos define y nos educa, que nos obliga.
Los medios de difusión nuestros fueron y son apáticos: Villegas ni los nombra, Mario Silva a veces, Tves nunca, Tele Sur los ignora, Diario Vea flojito, del gobierno sólo un helado vacío, las organizaciones de masas prácticamente ninguna, las mesas igual, los comités de salud ingratos, los consejos comunales pendientes de lo pequeño. Nadie habla, nadie grita, sólo un silencio cómplice.
El día que se tranque una calle para reclamar al gobierno el otorgamiento de esta orden, el día que una gente se instale en las afueras de Miraflores para pedir esta orden, el día que los jóvenes revolucionarios dejen de ser tan mesurados y se declaren en huelga de hambre ante la Casa Amarilla hasta que den respuesta a la petición, el día que la Revolución tiemble de indignación y grite con rabia frente a esta injusticia y la solidaridad rebase a estos escritos y alguno que otro comunicado, ese día ¡Dios Mio! un rayo de amor nos cruzará y habremos nacido como Revolución verdadera.
¡Aquí no cabe ni sucesión ni restauración, sólo Chávez!
¡Aquí no se rinde nadie!
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