Una Revolución puede perder muchas batallas, cometer muchos errores, enfrentar numerosas desviaciones, pero lo que no puede nunca es ser derrotada en el combate por la Conciencia del Deber Social.
Es la Conciencia del Deber Social el objetivo indispensable de una Revolución. Sin esa conciencia todo está perdido, no importan los avances materiales que esa sociedad haya alcanzado, si es habitada por el egoísmo, allí no hay esperanzas de redención.
Por el contrario, si en una sociedad la Conciencia del Deber Social es hegemónica, si en ella sus miembros son concientes de que la felicidad se busca en sociedad, y nunca contra ella, si esa sociedad es habitada por el amor, entonces, allí, a pesar de las dificultades materiales la esperanza está viva.
La búsqueda de esta conciencia le da sentido a todos los problemas de la Revolución: a la organización política y social, a la propiedad de los medios de producción, a las relaciones internacionales, a todo. Ahondemos.
La conciencia, esto es, la percepción que se tenga de la ubicación en la sociedad y de las conductas que de esa percepción se desprenden, están condicionadas por dos componentes que pueden chocar o pueden potenciarse:
Uno de esos componentes emana de la existencia, las condiciones materiales en que se vive.
El otro componente es la conciencia dominante, la que emana de la existencia de la clase dominante y se propaga al resto de la sociedad.
Un obrero, vive en condiciones de explotado, vende su trabajo a un capitalista, entonces en su conciencia tiene un componente que emana de su existencia de obrero: solidaridad, sentido de grupo, cooperación. Pero además tiene en su conciencia los valores, las reglas éticas, los miedos, las ambiciones de la conciencia dominante, el egoísmo, la competencia, la solución individual a los problemas, la soledad, el desamparo. Es verdad que de manera atenuada, deformada, pero con la misma esencia y función.
Entre estos dos componentes se presenta una batalla. Si la gana el componente que emana de su existencia, entonces el obrero toma conciencia de su realidad de mercancía, cuyo trabajo es apropiado por el capitalista, y toma conciencia de las tareas liberadoras que de esa realidad se desprenden, se hace revolucionario.
Si en cambio, gana el componente de la conciencia capitalista dominante, el obrero no toma conciencia de su realidad y continúa dominado, al servicio de los intereses que lo subyugan.
De allí que sólo se puede liberar la sociedad que consigue sustituir la conciencia dominante, la que emana, justifica y perpetúa las condiciones de existencia de la clase que se apropia del trabajo y riqueza del resto de la sociedad, por la conciencia de los que son despojados.
La Batalla Principal de la Revolución es crear las condiciones materiales y espirituales para esa sustitución de Conciencia. Sustituir la cultura de la dominación, por la cultura de la liberación, y construir la hegemonía de la forma de propiedad generadora de esa cultura.
¡Chávez es Socialismo!
¡Irreverencia en la discusión, Lealtad en la acción!
¡A la Reforma, SÍ!
¡Orden del Libertador para los Cinco Héroes Defensores de la Humanidad!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario