23.4.07

LA CONSTRUCCIÓN DE LA HEGEMONÍA SOCIALISTA

Una Revolución es una sustitución de la hegemonía espiritual y de las relaciones materiales que caracterizan a un sistema.
Hoy, es la sustitución de la hegemonía de la espiritualidad y materialidad antisocial del capitalismo, por la hegemonía de la espiritualidad y materialidad social del Socialismo. Es integrar la sociedad que ha sido fragmentada por el capitalismo y la recomposición de las relaciones amorosas perdidas. Este es el fin último de la lucha revolucionaria.
La sustitución principal es la espiritual, porque es la espiritualidad el escenario de las relaciones y las luchas humanas.
La formación de la espiritualidad revolucionaria, tiene dos fuentes principales:
Primera fuente, el mensaje, el discurso y el ejemplo desde el gobierno, desde los líderes y centros de dirección de la Revolución.
Segunda fuente, el soporte del mensaje en la realidad, en la economía, que es el establecimiento de relaciones de propiedad social de los medios de producción, lo que permite una nueva relación con el trabajo, que deja de ser una mercancía, esencia del capitalismo, para ser un acto de realización, de elevación del humano. Sin este soporte en la realidad, el mensaje quedaría en el vacío.
En Venezuela la construcción de la hegemonía socialista tiene características únicas. Se presenta una peculiaridad en la construcción de la hegemonía de la conciencia revolucionaria, de la conciencia de pertenencia a la sociedad. Veamos.
Es un país donde la industria petrolera suministra lo fundamental de la riqueza de la sociedad, y al mismo tiempo tiene poquísimos trabajadores, alrededor de cuarenta mil.
Esta característica, donde la industria petrolera aporta la riqueza pero no es la base material hegemónica (porque, al no determinar la relación de la sociedad con el trabajo, no soporta la hegemonía espiritual socialista), nos indica que debemos construir el cimiento real, una nueva relación de la sociedad con el trabajo. De la forma como la sociedad se relacione con su trabajo, así se relacionarán sus miembros. De allí la importancia revolucionaria de la inversión de la renta. Expliquemos.
Si se invierte en formas económicas nosocialistas: capitalistas, cooperativas, cogestión, empresa de producción social, etc., se impide el acoplamiento de la economía con la conciencia integradora socialista, porque la economía está fragmentada en unidades de egoísmo colectivo que no la soportan.
Por el contrario, si se invierte en formas económicas de propiedad social de los medios de producción administradas por el Estado, sentamos las bases para dos pilares fundamentales del Socialismo.
Uno, la posibilidad de la verdadera planificación central de la economía, única forma de que la sociedad tome cuenta de su destino.
Y dos, al asentar el discurso sobre esa economía integradora, le damos coherencia a nuestro Socialismo.
Las fábricas que nazcan bajo el manto de la renta, tienen que ser Fabricas-Escuelas donde impere una nueva relación del humano con el trabajo, una relación no de venta del trabajo a otros hombres, sino de rescate de su valor dignificador.
¡Por exceso de propiedad social no peligra la Revolución, pero su carencia la mata!
¡Chávez es Chávez!

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