La Revolución Bolivariana ha pasado por profundas crisis, de ellas ha salido fortalecida, depurada. La primera crisis, que tiene su desenlace con el golpe del 11 de abril de 2002, produce la derrota y el deslinde con la derecha militar y política que proponía un proyecto francamente capitalista y globalizador. Como consecuencia, el ejército es depurado de sus estamentos dirigentes derechistas y, gobierno y partido de gobierno, se desprenden de un importante sector de derecha. Desde ese momento la hegemonía del proceso pasa a la pequeña burguesía reformista y la Revolución entra en una fase de conciliación. Las propuestas conciliadoras son rechazadas por una derecha oligarca recalcitrante, que no acepta otra cosa que decapitar a la Revolución. Es así que las mesas de diálogo fracasan. Tal como era previsible, la oligarquía tradicional, ahogada su embestida militar, prepara el paro petrolero. Es derrotada nuevamente con la unidad civil-militar.
Entramos en un período en el que la Revolución por primera vez en la historia tiene control sobre la renta petrolera. Aparecen las Misiones como territorio espiritual socialista. Continúa el enfrentamiento con la derecha, que ahora se juega su carta política con ayuda internacional. Y vamos al revocatorio de Agosto del 2004, donde obtenemos un aplastante triunfo apoyados en las Misiones Socialistas. Es de notar, que en febrero del 2004 el Comandante radicaliza la Revolución al declarar su carácter antiimperialista. Después de este triunfo, derrotada la oligarquía externa, la disputa por la renta petrolera se traslada al interior de la Revolución.
Se inicia así una pugna de diversos proyectos que se pelean la colocación de esa renta. Aparece por un lado la postergada tendencia revolucionaria y, por el otro, la pequeña burguesía, que comparte la hegemonía del proyecto con las tendencias capitalistas. La ideología de la pequeña burguesía no va más allá, es imposible que vaya más allá, de una mezcla de anarcopopulismo inoperante que se manifiesta en las propuestas de cogestión, núcleos endógenos, empresas recuperadas y estímulo a las cooperativas y a la pequeña y mediana industria. Por su parte, las tendencias capitalistas mantienen la estructura financiera (sistema Bancario) e institucional que sustentan al capitalismo, amén de otras formas de transferencia de la renta a sectores privados capitalistas. En resumen, la disputa principal, en esta etapa, es entre la tendencia restauradora capitalista y el anarcopopulismo pequeño burgués inoperante.
Estamos, sin duda, en la última etapa del proceso: o tomamos el rumbo definitivo hacia la Revolución Socialista, o nos despeñamos por el abismo de la restauración fascista. La Revolución, bajo la certera conducción del Comandante Chávez, ha dado muestras de tino para sortear con éxito todas las etapas que la historia difícil nos ha planteado. Estamos seguros que hoy sabremos poner en el escenario la cierta ideología revolucionaria, y tomar definitivamente el rumbo socialista.
¡Sólo el socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es socialismo!
Entramos en un período en el que la Revolución por primera vez en la historia tiene control sobre la renta petrolera. Aparecen las Misiones como territorio espiritual socialista. Continúa el enfrentamiento con la derecha, que ahora se juega su carta política con ayuda internacional. Y vamos al revocatorio de Agosto del 2004, donde obtenemos un aplastante triunfo apoyados en las Misiones Socialistas. Es de notar, que en febrero del 2004 el Comandante radicaliza la Revolución al declarar su carácter antiimperialista. Después de este triunfo, derrotada la oligarquía externa, la disputa por la renta petrolera se traslada al interior de la Revolución.
Se inicia así una pugna de diversos proyectos que se pelean la colocación de esa renta. Aparece por un lado la postergada tendencia revolucionaria y, por el otro, la pequeña burguesía, que comparte la hegemonía del proyecto con las tendencias capitalistas. La ideología de la pequeña burguesía no va más allá, es imposible que vaya más allá, de una mezcla de anarcopopulismo inoperante que se manifiesta en las propuestas de cogestión, núcleos endógenos, empresas recuperadas y estímulo a las cooperativas y a la pequeña y mediana industria. Por su parte, las tendencias capitalistas mantienen la estructura financiera (sistema Bancario) e institucional que sustentan al capitalismo, amén de otras formas de transferencia de la renta a sectores privados capitalistas. En resumen, la disputa principal, en esta etapa, es entre la tendencia restauradora capitalista y el anarcopopulismo pequeño burgués inoperante.
Estamos, sin duda, en la última etapa del proceso: o tomamos el rumbo definitivo hacia la Revolución Socialista, o nos despeñamos por el abismo de la restauración fascista. La Revolución, bajo la certera conducción del Comandante Chávez, ha dado muestras de tino para sortear con éxito todas las etapas que la historia difícil nos ha planteado. Estamos seguros que hoy sabremos poner en el escenario la cierta ideología revolucionaria, y tomar definitivamente el rumbo socialista.
¡Sólo el socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es socialismo!
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