3.7.06

Al contrario de lo que muchos políticos piensan, es en el mundo de las ideas donde se decide la suerte de los pueblos. Esto es importante, porque de no ser así, si el destino estuviera en lo material, los imperios serían invencibles. Es verdad que las ideas provienen, en última instancia, del mundo material, pero, ellas forman su mundo, tienen vida propia, se convierten en fuerza motriz, hasta ser lo que caracteriza a la sociedad humana.
Una sociedad está determinada por las ideas que en ella sean hegemónicas. Es por eso que lo importante en una Revolución son las ideas que ella genere. Cuando una Revolución descuida las ideas, cuando la realidad y las ideas que la interpretan están desligadas, entonces, hay confusión en el pueblo, se siente sin rumbo, las palabras pierden sentido, los actos, las acciones, se transforman en sarcasmos.
Cuando la soberbia se apodera de la dirigencia, si estos creen que la ficción que han creado es el verdadero mundo, que es allí donde se deciden los destinos, es indicio de que la conexión con el pueblo se ha perdido, que la Revolución corre grave peligro. Cuando se descuida la necesaria coherencia entre ideas y acciones, entre conciencia y realidad, cuando la mentira se hace norma y la soberbia suplanta la realidad, no hay dudas, son síntomas de que se yerra el camino y se sumerge en una fantasía de la que sólo se despierta cuando el pueblo enardecido da una cachetada a los ilusos. El fenómeno no es nuevo, ha precedido muchos derrumbamientos.
Es por eso que la Revolución basa su fortaleza en la crítica, es la crítica la única arma contra el peligroso divorcio de las ideas con la realidad, de la dirigencia con su pueblo.
El pueblo en situaciones de falta de comunicación, como la que vivimos en nuestra Revolución, habla con la dirigencia distante de la única manera que le es dado: protestando, tomando calles, avenidas, ministerios. Es necesario oír estos mensajes de la realidad e interpretarlos, lo que se manifiesta es el divorcio de la dirigencia con el pueblo, el desamparo, no material, sino en las ideas. Eso es muy peligroso, puede desembocar en acciones que lesionen a la Revolución. Aquí cabe parafrasear al Libertador, “pueblo sin ideas claras es instrumento ciego de su propia destrucción”
No podemos hablar de Socialismo, que es lo mismo que hablar de solidaridad, de hermandad, de amor, y al mismo tiempo hacer una economía capitalista, estimuladora del más cruel egoísmo. No vamos por buen camino si pretendemos resolver los problemas sociales usando las herramientas capitalistas creadoras de egoísmo; de esa manera lo que hacemos es ahondar la brecha que separa a la realidad y a las ideas, y así transitamos el camino al acantilado.
¡Sólo el Socialismo salva a la humanidad!

¡Chávez es Socialismo!

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