La Revista Punto Final en realidad no es una
revista, es una leyenda y una cátedra de periodismo. Hoy cumple 47 años, es
buena ocasión para rememorar.
En los años sesenta Chile para nosotros era el
país de donde venían las manzanas y las peras, la patria del Capitán Neruda, el
poeta comunista amigo de Miguel Otero Silva, y el país donde Andrés Bello fue
rector.
Aquellos eran años de Revolución Cubana, la
solidaridad arropaba al continente, la Declaración de La Habana iluminaba a los
revolucionarios, la lucha armada ocupaba los afanes.
Un día leímos que el Che le había regalado su
libro “ La Guerra de Guerrillas,” a un político chileno, y en la dedicatoria
escribió: “para Salvador Allende, que busca lo mismo que nosotros pero
por otros medios”.
Entonces pensamos en Chile como el país de un
político que busca lo mismo que el Che, pero por otros medios, como el país de
las peras, las manzanas, Neruda.
Los venezolanos nos sumergimos en el intento
de salvar el 23 de Enero, traicionados por la dirigencia que supo derrotar la
dictadura de Pérez Jiménez, pero que le dio vértigo seguir el camino
revolucionario.
Así la juventud fue a la montaña, la vía era
la lucha armada, y los jóvenes no calculan ni reculan cuando “el clarín de la
patria llama”.
El intento fue vano, la derrota inevitable
recorrió el continente.
Un día amanecimos con la noticia de la muerte
del Che en Bolivia. El desconcierto invadió a los revolucionarios. ¿Está
cancelada la Revolución, la lucha armada no es la vía, qué hacer?
En esas circunstancias tenebrosas surge Chile,
era verdad lo que escribió el Che, allá se buscaba lo mismo, pero por otros
medios. El Socialismo estaba vivo.
Fidel fue a Chile, desde allá dictó clases de
Revolución, Fidel levantó la esperanza, se ofreció entero, alertó.
Y en Chile, el país del Socialismo por vía
pacífica, de Allende, Neruda, las peras, las manzanas, surgió la bestia
fascista con toda su crueldad, y en su choque de sangre y muerte, silenció a
Punto Final.
En la revista Punto Final están compendiadas
todas las luchas americanas, en sus páginas están escritos con letras de coraje
los afanes revolucionarios del último medio siglo y hasta su silencio es parte
de la batalla.
Punto Final siempre ha estado en combate: fue
solidaria y su ayuda fue decisiva en la retirada de los guerrilleros
internacionalistas de Bolivia, rescató el Diario del Che. Todas acciones
legendarias, pero donde Punto Final se yergue paradigma es en el ejercicio del
periodismo.
En estos días de indefiniciones, de concertaciones,
perdones a verdugos, periodismo “equilibrado” de “verdades veraces”, de pocos
necios y muchos pícaros, Punto Final es una cátedra de ese periodismo que tanta
falta hace a nuestra revolución: comprometido con la causa revolucionaria,
militante, pregonando la buena nueva revolucionaria, sin importar el riesgo.
Chile hoy es el país de Allende, Neruda y
Punto Final.
¡Con Chávez!
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