Si pensamos
cómo amanecerá la situación política el día después de las elecciones, debemos
considerar varias posibilidades. Veamos.
Primera posibilidad: La Revolución
sacó más votos que la oligarquía, y la campaña fue tan marketing que se elevó
la conciencia egoísta. En estas condiciones, la Revolución sigue en el gobierno
y los oligarcas tienen terreno abonado para impulsar sus planes
desestabilizadores.
Segunda posibilidad: la Revolución
sacó más votos que la oligarquía, y la campaña elevó la conciencia fraterna y
el sentido de sociedad del pueblo. Se comprendió el momento histórico que
vivimos con sus peligros y retos, se clarificaron las características
principales del Socialismo, éste se convirtió en sueño verdadero de la
población humilde. En este caso la Revolución está blindada, los oligarcas no
se atreverán a obstaculizar la marcha, se sabrán definitivamente derrotados.
Tercera posibilidad, más que
posibilidad es un plan que se despliega en nuestras narices: La oligarquía
desconoce el resultado aprobatorio de Chávez. En estas condiciones, la
conciencia será la decisiva en el combate. Ahora se ve la importancia de
sacar votos y formar conciencia, de lo vital de los diez millones de votos y
las diez millones de conciencias.
¡El cielo está nublado, anuncia tempestad! Los
oligarcas no se resignan a perder sus privilegios y su pedestal de semidioses,
eso es lo que más los irrita, perder sus privilegios de mantuanos, y que se les
iguale a los humildes, a los trabajadores. Se comportan como nobles ofendidos
por la Revolución Francesa, por la Guerra de Zamora, por la caída del Zar.
Chávez los irrita en el alma, en el inconsciente, su odio es visceral, no hay
esperanza de acuerdos ni de buenos comportamientos.
La batalla electoral es parte de una guerra sin
cuartel que la oligarquía internacional plantea a los movimientos
emancipatorios en cualquier parte donde surjan. Con las elecciones, gane quien
gane, no concluye esta batalla, el día después será de cruento enfrentamiento,
las poderosas tensiones sociales no se resuelven con lo electoral, éste sólo
influye en las características del choque posterior. De allí que sumergirse en
las elecciones como algo definitivo, es un error, ellas deben ser preparación
del escenario, de las fuerzas para el impostergable enfrentamiento.
Entonces, es importantísimo preparar a la fuerza
revolucionaria, organizarla, enterarla, formarla, que sepa las razones sagradas
por las cuales luchar, aquellas que van más allá de lo material. Quien lucha
por lo material, a quien sólo eso lo mueve, no tendrá la grandeza para la
construcción de mundos nuevos, será siempre un oportunista, que abandonará el
barco al menor bamboleo.
Debemos preguntarnos, qué recompensa material sería
capaz de pagar a los heroicos llaneros que pasaron Los Andes con el Libertador,
o la participación en la Batalla de Junín. Preguntémonos qué motivos
movilizaron al pueblo en abril, diciembre, a los Héroes del 4.
Nuestra participación debe proponer el cambio profundo
en las relaciones humanas, el alto sentido altruista, el amor. Allí la
oligarquía se quiebra, y allí la Revolución se crece. Chávez es grande porque
propone grandeza espiritual.
¡Con Chávez resteaos!
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