Al 7 de octubre vamos como
el que va a una batalla decisiva, sintiendo lo mismo que embargó a los
combatientes de Carabobo, de Junín, con las mismas razones que tuvieron los
valientes para llenar de heroísmo esas páginas de nuestra historia. Nos
impulsan razones sagradas.
Vivimos una época que exige
al humano erguirse sobre lo cotidiano y con la mirada elevada atreverse a
romper el cerco que nos condena a la extinción. Es así, vivimos en época de
alto peligro para la especie, para cada uno de nosotros. El humano, víctima de
un monstruo construido por él mismo y que lo habita y lo domina, marcha
inconsciente hacia el abismo, se transformó en una especie suicida, quizá
la única desde que la vida es vida.
La época también es
oportunidad para lo grande, la crisis terminal que vivimos nos puede llevar a
la extinción de la especie, o a la fundación de una nueva manera de vivir, un
mundo en el cual restablezcamos las relaciones amorosas entre los humanos y con
la naturaleza, que sean un templo sagrado, sin la perversa relación de lo que
llamamos progreso, sino en armonía. La crisis puede ser revolucionaria, pero
también puede ser nefasta, depende de los pueblos, y sobre todo de los
dirigentes que esos pueblos sean capaces de parir.
No son días para dirigentes
mediocres, el planeta, la vida necesita Estadistas de verdad, de los que son
capaces de correr riesgos grandes, y de responsabilizarse por ellos, de los que
dicen las verdades, no se guían por el gusto que dictan las encuestas sino por
las necesidades estratégicas de su pueblo, no son tiempos para los muñecos de
ventrílocuo. Necesita el mundo líderes de los grandes, que tengan una visión
que abarque a la humanidad toda. No son tiempos para sifrinitos que juegan a la
política, son tiempos de hombres que se lo arriesguen todo por sus
convicciones, de valientes como el 4 de febrero, no de cobardes como los que
asediaron a la Embajada Cubana en abril. Son días que reclaman a un viril como
Chávez, no a un desdibujado cazurro como capriles, construido por los medios.
Tenemos al líder necesario,
la humanidad así como creó al monstruo que le come sus entrañas, también pario
las ideas de su liberación, Chávez, y ese es uno de sus grandes méritos, quizá
el más importante, las rescató del olvido, están allí esperando su concreción,
que las llevemos a la práctica, que venzamos las distracciones. Tenemos un
pueblo que sale a la calle emocionado, con las lágrimas del que intuye lo
grande, y sabe que lo grande es el espíritu, nunca lo material. Las condiciones
están dadas para la gran tarea de salvarnos salvando a la humanidad.
Son días en los que es un
privilegio vivir, tenemos la rara oportunidad de ser militantes de la mayor
tarea que se le ha planteado al género humano: la lucha por su existencia, y
estamos del lado correcto, de la causa noble.
¡Con Chávez!
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