La campaña
electoral entra en sus postreros días, los comandos afinan sus estrategias,
hacen balance de lo andado. Los ataques recrudecen, los proyectos emergen con
nitidez.
Los tanques pensantes gringos y europeos hacen magia
para ocultar la estulticia del candidato oligarca. El hombrecito no despega en
vuelo, se limita a reptar en un charco de promesas vanas. Al parecer sus
consejeros nacionales son peores que él, además lo aíslan de la inteligencia
que pudiera ayudarlo, más puede la mezquindad que la sensatez.
Pero dejemos de lado el proyecto fascista, a falta de
ideas sólo le quedará el recurso de la violencia, dediquémonos a nuestra
campaña en estos últimos días. Veamos.
Vamos bien, Chávez rompió los pronósticos agoreros y
está en la calle como en sus mejores tiempos, quizá mejor, alegre, cantando,
proponiendo, mostrando obra y, sobre todo, con la alta visión del Estadista
que, siguiendo el pensamiento de Martí, sin miopía de aldeano, o de
sifrinito ignorante y vanidoso, sabe que el mundo es ancho y la amenaza del
gigante de las siete leguas es evidente, demostrando que es un timonel a quien
se puede confiar la soberanía de la nave nacional.
El balance de esta primera etapa de la campaña es
positivo. El pueblo bolivariano volvió a la calle, animoso, desprendido,
excelso, se le ve en la mirada el alma noble que acompañó a los
Libertadores, se percibe impetuoso, listo para grandes tareas.
La presencia de Chávez y lo que él representa, la
esperanza que regresa después de siglos de traición y mezquindad, emociona.
Ahora la vida tiene sentido, cada uno se sabe militante de causa altruista, se
percibe constructor de la historia.
El que asiste a un acto con Chávez, dentro de muchos
años, a sus nietos les podrá decir: por aquí pasó Chávez yo lo vi, estreché su
mano fuerte y decidida, en sus ojos el resplandor de la liberación. Iba montado
en un sueño, todos fuimos arropados por ese manto de esperanza, y corrimos tras
él. Lloramos, es verdad, pero no fue el llanto del cobarde, fueron las lágrimas
del que siente la emoción del despertar, del que en un instante se hace humano,
después quise más a la gente, todos como tocados por un rayo, por una luz,
fuimos bautizados en la fraternidad, puede parecer exagerado pero sentimos la
presencia del Espíritu Santo. Ese día vencimos al monstruo que durante siglos
nos oprimió.
Esta segunda fase de la campaña, estos últimos días
deben ser los días de la emoción, nadie, nada puede emocionar como emocionan
Chávez y el Socialismo. Es allí, en el espíritu que derrotaremos a los
traidores a la patria, a los que nos proponen que dejemos de pensar como
humanos, que el egoísmo, la ingratitud, la bajeza sean nuestra divisa, que
seamos máquinas de consumo, tristes marionetas de una existencia sin sentido,
viviendo una vida que no vale la pena, pequeños hombrecitos.
¡Con Chávez, con la Vida Resteaos!
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