La oligarquía
vive dos mundos políticos: el electoral burgués, el otro, la agresión burguesa.
Los dos corren paralelos, uno nos hipnotiza, el otro nos conduce al cadalso.
Veamos.
El mundo electoral es determinado por la ficción,
similar a una novela, o a un reality show. Transcurre por capítulos, tiene
todas las características de un amor de Delia Fiallo, se parece al
"derecho de nacer": amores no correspondidos, promesas falsas,
falsificación de descendencias, y todo ocurre por capítulos que van causando
intriga y distrayendo.
Este mundo de ficción va insinuando al otro mundo, al
que actúa sobre la realidad, el mundo de la agresión. Los
majunches no aceptan los resultados, desde ya acusan fraude, los voceros del
imperio desconocen por anticipado el resultado electoral, de esta manera
desconocen el triunfo de Chávez que saben seguro, tienen encuestas muy serias
en sus manos.
No hay dudas, la agresión es inevitable, el imperio,
al que no hay que creer ni tantico así, entra en la recta final de sus
elecciones. En ellas Chávez, la Revolución Bolivariana , nosotros, somos tema
central. Los votos de Florida son importantes y piden la cabeza de Chávez.
Obama dice que con Chávez no hay peligro, busca aliviar presión, actuar cuando
le sea más conveniente. El otro candidato de la derecha pide agresión inmediata
para evitar la subida de obama en las encuestas que produciría un ataque a
Venezuela.
Los dos bandos oligarcas tienen divergencias en la
manera y el momento de atacarnos. Recordemos que a los gringos no hay que
creerles ni tantico así.
Entre los chavistas es unánime la convicción de que se
prepara un ataque, de que no reconocerán los resultados, pero inexplicablemente
seguimos viviendo en el mundo de ficción de las elecciones burguesas. Allí
peleamos con el embaucador del pueblo, le respondemos sus tonterías, mostramos
nuestros números, pensamos consignas, hacemos afiches, nuestros programas de
televisión y radio giran alrededor de las bolserías del majunche. Todo dentro
de la lógica de ellos. Nos comportamos como si se tratara de una elección en
Suiza, nos contentamos con las encuestas, como si de una elección de liceo se
tratara.
Casados con la legalidad burguesa (que ellos no
respetan), nos olvidamos que la burguesía rompe su legalidad cuando esta no le
favorece. Ese momento no debe tomarnos por sorpresa, como sucedió con Allende.
Tenemos el deber de defender la esperanza socialista.
Es un error quedarnos clavados en lo electoral. Las
elecciones deben ser motivo para hacer todo lo que hay que hacer para ganarlas.
Perfecto, pero simultáneamente deben ser ocasión para preparar al pueblo,
informarlo, emocionarlo, organizarlo, darle razones sagradas por las cuales
luchar. Esa es la única manera de disuadir a la agresión.
Es así, las elecciones deben asumirse como una batalla
pregolpe, en ellas necesitamos sacar diez millones, ese será un triunfo
indispensable, pero sin perder de vista que luego los oligarcas intentarán
embestida, y esta no se derrota con espontaneísmos, sino con pueblo organizado,
jerarquizado, apasionado por la causa que defiende.
¡Con Chávez!
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