Las elecciones burguesas crean una pseudorealidad en la que impera la estulticia. Lo trivial, las tonterías ocupan la vida del país, se vive una especie de éxtasis, donde lo fundamental es ocultado tras los vapores de la publicidad embobecedora.
Se produce una regresión psíquica colectiva, las decisiones se toman con criterio de infante, así se puede decidir el voto, el destino del país, de nosotros y de nuestros hijos por las razones más absurdas, un bombillo quemado en la calle, un hueco más allá, o la exagerada promesa. Las poderosas maquinarias mediáticas se encargan de crear este clima superficial. Sus páginas principales, sus pantallas son monumentos de la manipulación, es una operación para que lo intrascendente dirija la voluntad de la sociedad.
El método no es nuevo, la manipulación de las masas la arrastra la humanidad desde los días de Cristo, la primera víctima del engaño colectivo. El Libertador sintió la fuerza de la pseudorealidad creada, él en sus últimas horas reconoce que abusaron de la credulidad del pueblo humilde que lo acompañó en su vida gloriosa.
Muchos intentos de redimir a los humildes han sucumbido en las manos de los desposeídos, transformados en sus propios verdugos por el artificio de las pseudorealidades.
Las elecciones burguesas son inmensa operación de ocultamiento de la realidad, de la naturaleza de los problemas. Al capitalismo no le interesa una sociedad que tome conciencia de sí misma y entienda cómo funcionan las relaciones, de donde sale la riqueza de unos pocos y la miseria de muchos, ese sería su final. Debe mantener a la gente distraída, en la superficie, preocupada sólo por lo pequeño. Intentan que no piense ni relacione, que sólo actúe llevada de la mano por los medios de manipulación.
Las elecciones burguesas son uno de los principales instrumentos de dominación, no dejan pensar y simultáneamente construyen un pueblo incapacitado para hacerlo, son garantía de la dominación capitalista.
De no hacerlo, de no diferenciarnos claramente de la opción burguesa, caeremos en el territorio donde la voluntad de la sociedad se expresa por el capricho, por lo superficial, una cuña, un rumor, o cualquier otra tontería puede decidir esa expresión de la voluntad. No estaremos dando razones sagradas por las cuales luchar, no blindaremos la pasión por el futuro que acompaña a las grandes hazañas de los grandes pueblos.
¡Con Chávez Siempre!
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