La Revolución
es un cambio drástico en la vida de una sociedad. En ella todo muda, sobre todo
el sistema de valorización de la existencia, las relaciones entre los humanos y
la visión que es trastocada como en un torbellino. Se trata de poner de pie el
mundo que estaba de cabeza. Y esa empresa descomunal es emprendida por hombres
que fueron aguijoneados por el desasosiego de pertenecer al futuro y por la
repulsa al pasado donde habitan. Es la lucha entre lo viejo agotado y lo nuevo
que se construye.
La tarea es inédita. El camino se recorre sin mapa,
sólo se cuenta con la brújula del corazón y la guía espiritual de llevar la
mayor suma de felicidad al pueblo, al tiempo que se libera a la humanidad de la
imposición capitalista que ubica el bienestar en el reino del tener y no en la
hermosa realización del ser.
La sociedad necesita ser educada y educarse en la
nueva valorización de la vida. Es necesario empinarse sobre lo mezquino, lo
individual, lo local, lo inmediato. Una sociedad así, pequeña, infantil, es
fácilmente manipulable, es presa de la explotación y del despojo que ignora. Es
capaz de cambiar su futuro por una migaja material inmediata.
La nueva sociedad, la socialista, necesita entender
que no es posible la realización del individuo fuera de la sociedad, las
soluciones aisladas son meros espejismos que se disipan en el primer soplo de
la realidad. Necesita superar la vanidad del aldeano que, decía Martí,
ignora a los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden
poner la bota encima. Entender que lo local está supeditado a lo universal, que
se influyen mutuamente y se ligan en un complejo. Del bien común depende el
bien individual.
La recompensa inmediata es una potente arma de
dominación, quien con ella se satisfaga y así actúa no tiene capacidad
estratégica, no puede vislumbrar al futuro, es víctima del proverbio: "pan
para hoy, hambre para mañana". Está destinado a ser víctima de su
explotador que con una zanahoria lo conduce como a una bestia.
Con estas ideas queremos referirnos al Gobernador
Tarek William Saab. Sin dudas, ha hecho una gestión guiada por profundos
sentimientos de amor hacia Anzoátegui, hacia el Comandante Chávez, hacia el
humano. Vive lo universal: los niños de Pakistán conocen de su solidaridad
militante, Cuba lo tiene por un hijo, amigo de Fidel, es un Socialista y la
poesía lo alberga.
El jueves 12 de julio, el Gobernador Tarek fue
severamente cuestionado por unos huecos en las calles de su tierra… triste y
peligrosa evaluación: la obra de un gobernador no puede condenarse ante una
multitud por unos huecos en las calles, eso sería un error propio de la
vieja visión del mundo, donde lo trivial, lo intrascendente, enmascaraba lo
importante, a la totalidad. Tarek es un Revolucionario cabal que merece que
su obra de gobierno sea juzgada de otra manera.
¡Con Chávez resteaos!
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