5.2.12

LA AMENAZA MAYOR (Domingo 05-02-2012)

Si nos atenemos a la historia, debemos concluir que es más difícil derrotar a la restauración que hacer la Revolución, o dicho más directo: el principal enemigo de la Revolución es la restauración, ésta ha derrotado a casi todos los intentos revolucionarios.

La Revolución Francesa termina produciendo otra monarquía, en Napoleón reencarna Luis XVI. Bolívar sintió la tristeza de ver sustituido el imperio español por el imperio de una neoligarquía que se entregaba ya a los Estados Unidos. La misma restauración la padecen Zamora, el 23 de Enero del 58, China, la Unión Soviética... Es así, la restauración ha derrotado a las Revoluciones. El fenómeno es de obligado estudio por los revolucionarios.

Una primera aproximación nos evidencia el hecho, sorprendente quizás, de que las derrotas raras veces son militares, violentas, la mayoría de las revoluciones claudican con mansedumbre. Algunas, probadamente aguerridas, asombrosamente sucumbieron sin disparar un proyectil. Los Soviéticos ilustran: con su derrumbe sumieron al mundo en un aturdimiento del que no termina de salir. Atrás vinieron como fichas de dominó los países de Europa Oriental. Lo de China es aún increíble.

La historia de las Revoluciones guarda una gran enseñanza para las sociedades que hoy intentan el camino de su redención. Veamos.

Una Revolución triunfa generalmente por un hecho violento, toma el poder, derrota a la dominación, inmediatamente se desata una feroz lucha ideológica, una pugna por definir el rumbo y simultáneamente por la consciencia de la población.

La ideología contrarrevolucionaria, reptando a veces, tomando posiciones en el aparato del Estado, comienza a fortalecer sus valores, las medidas que apuntalan la ideología y al sistema que se piensa derrotado. En este empeño cumplen papel fundamental los medios de difusión, la iglesia, la familia, la escuela. El germen del pasado no abandona la escena, se refugia en los subterráneos de la psiquis y desde allí hace su labor de zapa.

Se establece así la batalla más importante de la Revolución, la que enfrenta lo viejo a lo nuevo, ésta tiene lugar en el alma de los pueblos, en su consciencia, en sus valores.

Los errores que en esta lucha ideológica comete la Revolución se pagan con la restauración.

Se cumple el viejo axioma de que una Revolución derrotada, primero lo fue en la ideología, en la teoría, y en la consciencia. La derrota es un fenómeno interno.

Concluimos que las revoluciones son derrotadas por dos causas fundamentales, una gran debilidad ideológica aparejada a una laxitud en la consciencia.

El camino revolucionario ha servido para acumular experiencias que constituyen el tesoro teórico de la Revolución, allí se encuentra el conocimiento para dilucidar: cuáles son las armas melladas, cuáles errores evitar, identificar enemigos y amigos.

En la Revolución Bolivariana debemos sentirnos privilegiados, tenemos la teoría, las condiciones materiales, la masa, un líder. Todo para no fracasar en éste, acaso último intento revolucionario. Tenemos las condiciones para esperanzarnos de que el esfuerzo de la humanidad, desde Cristo hasta hoy, no será en vano, de ellos aprenderemos y no fallaremos

¡Con Chávez Venceremos!

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