En Venezuela la política es influenciada de manera determinante por la manera de captar la renta, por su distribución. Los gobiernos se evalúan de acuerdo a estos parámetros. Aumentar la captura de renta es signo de nacionalismo, distribuirla a manos llenas es calificación de buen gobierno. Hemos vivido cien años marcados por esta dinámica: la política obedeciendo a los precios del petróleo.
Muchos pensadores quisieron romper esta dependencia diabólica, hablaron del excremento del diablo, de sembrar el petróleo, sin embargo, el país embriagado de bonanza nunca ha podido desprender su alma del oro negro.
Con la llegada de la Revolución crece la esperanza de otro tratamiento, otro uso a la renta petrolera.
El Gobierno Revolucionario, con su política soberana, su estrategia de fortalecer a la OPEP, ha conseguido un primer triunfo: elevación de la renta petrolera, ahora es abundante. Lo que antes por la vía de precios viles captaban los gringos, ahora se queda en el país, pertenece a la sociedad.
Regresa la pregunta ¿Qué hacer con la alta renta?
Son dos las posibilidades: Una, seguir con la inercia de cien años, más renta, más distribución. Así, el petróleo nos baña de satisfacción, de esta manera, todos alegres, danzando en torno al becerro negro, obtendremos calificación de buen gobierno… Así viviremos hasta que los precios nos separen, regresen la penuria, la escasez, entonces, volveremos al fin de fiesta, regresaremos a la realidad y endilgaremos la culpa a un mal gobierno, aplicaremos lo que se llamó el voto castigo, y esperaremos otra bonanza que nos permita consumir a manos llenas.
La otra posibilidad, la revolucionaria: Por primera vez en la historia, usar la renta para cambiar profundamente las relaciones humanas, las económicas, pero principalmente las espirituales. En otras palabras, construir una nueva cultura que supere la visión rentista cómoda, irresponsable de la vida. Este es el gran reto de la Revolución Bolivariana.
Si caemos en la tentación de "distribuir bien", si nos engaña el espejismo de que buen gobierno es buena distribución, entonces estaremos construyendo un hermoso edificio, pero con las bases de gelatina, no aguantará una pequeña dificultad real o creada por el enemigo oligarca.
La opción revolucionaria es el camino correcto, es riesgoso, es inédito, pero es la única posibilidad de salvar a esta sociedad. Sólo las sociedades integradas, que funcionen como un solo cuerpo, fundadas en las relaciones fraternas, amorosas, podrán hacer frente a las penurias que ya se asoman en el horizonte mundial. Sólo sociedades Socialistas, con alta conciencia del deber social, podrán hacer frente, como un solo cuerpo, a la profunda crisis global que todos vaticinan.
Las acciones revolucionarias deben tener como objetivo la formación de esa nueva cultura, del sentido de sociedad, de elevación de esa conciencia. La Sociedad debe distribuir a través del gobierno, pero el individuo debe retribuir a la sociedad el beneficio recibido: "de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad", debe estar escrito en todas las acciones de la Revolución.
¡Con Chávez!
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