Un nombre más apropiado para el Sistema capitalista es: Fragmentalista, el término dice más, si consideramos que la fragmentación es la esencia del capitalismo. Veamos.
El capitalismo se sostiene en la desintegración de la sociedad, dividir es su consigna, aísla al humano de los otros humanos y de la naturaleza, convirtiéndolo en partícula, desintegra su actividad, lo extraña del producto de su trabajo, lo confina a su entorno, lo hace mezquino.
El espíritu del humano del capitalismo también sufre despedazamiento. El capitalismo enseña a pensar como especialista que pierde la dimensión del hombre integral, es incapaz de relacionar ideas y conceptos, de percibir la totalidad. Este hombre, que algún pensador llamó unidimensional, se convierte en sólo un añico de su potencialidad.
La economía basada en la propiedad nosocial de los medios de producción, en la competencia, es base material para este desgarramiento social. Priva a la Humanidad de su relación con la naturaleza, que ahora es mediada por el capitalista. Separa al hombre del producto de su trabajo. Impide el control de la sociedad sobre la economía, todo queda a merced de la compra y de la venta. Convierte al humano en una mercancía que debe ir al mercado inclemente a pujar por el derecho a vivir.
La fragmentación es la base del capitalismo, y tiende sus raíces hasta los más profundos abismos del alma humana. El hombre del capitalismo es un ser despedazado que percibe al cosmos, a su vida, atomizada, las soluciones que propone son parciales, aisladas, individuales o grupales, nunca sociales. Lo social está borrado de su imaginario.
Es así, el principal obstáculo que debe superar la lucha por el Socialismo es el espíritu fragmentador.
Sin pensamiento, sin espíritu integrador, social, no habrá socialismo, o mejor, el Socialismo es la recuperación del espíritu social, es la reconquista de las soluciones sociales a los problemas cruciales de la humanidad.
La clase social que por su existencia puede recuperar el sentido de sociedad, irradiarlo, es la Clase Obrera. Entonces, podemos postular que el avance de un proceso socialista estará dado por el avance del espíritu, de la ideología integradora dentro de la Clase Obrera. Y es lícito postular que la batalla definitoria de una revolución ocurre en el interior de la Clase Obrera, allí se debaten el espíritu integrador socialista, proletario, contra las desviaciones propias del pensamiento capitalista fragmentador heredado. Muchas revoluciones después de haber superado grandes obstáculos en el camino hacia el Socialismo, han sucumbido en esta batalla decisiva.
Las desviaciones fragmentadoras se presentan con una lírica revolucionaria, con ropaje proletario, pero siempre son fórmulas que aíslan, que confinan la visión al entorno, sea este un barrio, o una fábrica, en definitiva estimulan el espíritu capitalista.
No es fácil combatir la tentación de las desviaciones fragmentadoras, son más cómodas, con ellas podemos dar la sensación de cambio, tranquilizar nuestra conciencia, hacer como si revolucionamos, cuando en realidad estamos dejando la esencia espiritual capitalista intacta. El llamado control obrero, es una de estas desviaciones.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario