Podríamos parafrasear el pensamiento de Garudy y decir: ¡Pueblo, cuántas barbaridades se han dicho en tu nombre!
No es algo trivial, los antisocialistas han hecho un juego perverso con el concepto “Pueblo”. Lo deforman, lo manipulan para confundir la lucha revolucionaria. Ya sabemos el inmenso daño que las debilidades teóricas causan a una Revolución. Precisemos.
Los antisocialistas han manipulado el concepto Pueblo con dos fines principales:
Uno, evitar colocar la lucha de clases en el centro de la disputa social. De esta manera sustituyen la ideología proletaria, la revolucionaria, por una suerte de vaporosa imprecisión de ideas, contestatarias, volubles, de apariencia rebeldes, pero que no conducen a la superación del Capitalismo, al contrario, lo protegen, le sirven de válvula de seguridad frente a los verdaderos cambios.
Dos, se manipula el concepto pueblo para evitar que las masas se doten de una poderosa dirección. Saben que una masa desprovista de ideología de clases, de dirección y de organización, es una masa amorfa, inofensiva, capaz de motines, pero nunca pondrá en peligro al sistema capitalista, es incapaz de construcciones estratégicas.
Esta propuesta de divorcio entre dirección y masa, que tiene una raíz anarcoide, es expresión de la pequeña burguesía en afanes revolucionarios. De esa manera se tranquilizan: encontraron la forma de combinar un discurso revolucionario, con una acción que no conduce a cambios, aparentar ser revolucionarios, cuando en realidad castran a las revoluciones.
Pueblo debe considerarse a las clases sociales explotadas, susceptibles de formar un bloque para la liberación. Dirigido por la ideología proletaria.
Un pueblo así, que procura zafarse de la dominación burguesa, crea sus formas organizativas para esa liberación: una vanguardia que agrupa a los que perciben a la dominación y entienden la necesidad de una revolución que la supere. Por eso se organiza en partido que disputa la hegemonía de la sociedad a la burguesía. Entiende la necesidad de una dirección. Y, una vez en el poder, proponen un Estado con la característica de ser poderoso y a la vez en proceso de extinción.
Es así: el pueblo crea, pare, a su dirección, a su vanguardia, a su líder, y los integra. Ahora son uno solo, deja de ser una masa amorfa, que reacciona espasmódicamente. Tiene una estrategia política. El pueblo organizado, con su Estado Mayor Político y su líder, es una formidable fuerza de cambio, la única que puede hacer Revolución.
Los revolucionarios tienen como principal prioridad dotar al pueblo de sus mecanismos de empoderamiento verdadero: un Partido, una Dirección, un Líder que, fundidos con la ideología proletaria, le permitan participar en la dirección de su localidad, y también en las decisiones políticas nacionales. Sólo así se podrán concretar los grandes cambios que nos lleven al Socialismo, y sólo así ese pueblo podrá hacer frente a los ataques de los enemigos internos y externos.
Privar al pueblo de sus comandos es una torpeza criminal, no hay justificación para esta acción, no hay argumentos valederos.
¡Pueblo conciente, hecho Partido, Dirección y Líder es Socialismo!
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