17.1.10

LA SOCIEDAD ESCINDIDA

Fue suficiente que el Comandante Chávez diera mínimas señales, de no plegarse a las órdenes de los oligarcas, para que se pusieran en movimiento los poderosos mecanismos de defensa del sistema capitalista.
Desde temprano enfilaron contra nosotros sus más perversas armas, atacaron con todo su poderío: golpes, saboteos, intentos de magnicidios.
El imperio no perdona el desacato, eso le pasó a Zelaya, se metió a la ALBA y la rueda imperial giró hasta aplastarlo.
La agresión imperial oligarca funcionó como acicate para la Revolución , a partir de allí se impuso avanzar, más en lo espiritual que en lo material, es verdad, pero fue suficiente para evidenciar la grieta profunda que desde siempre escinde a la sociedad.
Es que los dominantes son implacables a la hora de perseguir a los insurgentes, a la vida, a la liberación.
Para entender este carácter de los dominantes basta recordar las declaraciones del predicador gringo Pat Robertson, quién a propósito del reciente terremoto en Haití declaró que “thousands died because haitian slaves swore a pact with the devil for their freedom” (miles de muertos, porque los esclavos de Haití hicieron un pacto con el diablo para obtener su libertad).”
Todavía los dominantes, dos siglos después, no perdonan que Haití se liberara temprano, fuese la primera rebelión negra triunfante, se constituyera en el Caribe un santuario de libertad, ayudara a la Independencia de Venezuela apoyando al Libertador. Defienden sus ganancias hasta después de las tumbas.
Este mismo predicador, vocero de la ultraderecha que gobierna al imperio declaró refiriéndose al Comandante Chávez: “No sé nada sobre la doctrina del asesinato, pero si (Chávez) cree que vamos a asesinarle, pienso que debemos seguir adelante y hacerlo. Es mucho más económico que empezar una guerra”.
El carácter criminal de los dominantes está vigente, este predicador, alter ego de la oligarquía internacional y nacional, que dice lo que ellos piensan y no se atreven a decir en público, lo demuestra.
La Revolución nuestra, que fue condenada temprano por el imperio tal como hicieron con Allende, Torrijos, Cuba, no debe llamarse a engaño, en esta lucha debemos siempre tener en cuenta varias enseñanzas. Veamos.
El imperio sólo se detiene frente a gobiernos y pueblos organizados, concientes, dispuestos a avanzar decididos en el camino de la conquista de su dignidad, de la construcción del Socialismo. Frente a la conciliación, avanza.
La división de la sociedad en bandos irreconciliables permanece desde la fundación misma de la nacionalidad.
Los oligarcas herederos de la Compañía Guipuzcoana, de los Mantuanos, no perdonan insubordinación de los sometidos. Por tanto, no cesarán sus ataques hasta repetir San Pedro Alejandrino.
Con oligarcas no se pueden hacer pactos, ni económicos, ni políticos, ni militares. Allí está la historia para recordarnos el pacto ingenuo de Miranda con Monteverde, o el perdón de abril que desemboca en el saboteo petrolero, o los empresarios “socialistas” que siguiendo su naturaleza se enriquecieron y ahora deambulan por las exquisiteces del exterior.
Candidez imperdonable pensar que capitalista empollará Socialismo.
¡Chávez es Socialismo!
¡Al Capitalismo, ni tantico así!

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