La Revolución Bolivariana es vital para el destino de la sociedad venezolana, del continente y de la humanidad. Su importancia transciende a la nación, esto nos coloca frente a una responsabilidad enorme.
La tarea de la Revolución es producir un cambio profundo en la sociedad, un cambio de cultura, de manera de relacionarse el hombre consigo mismo y con la naturaleza. Cambio indispensable para corregir el rumbo autodestructivo que bajo el capitalismo lleva la humanidad.
De allí que los revolucionarios no podemos conformarnos con triunfos similares a la cuarta, cuando los partidos se alegraban con el comportamiento “cívico” de la población, y se contentaban con ganar elecciones de cualquier manera, aun por mínima diferencia. Sustituían la realidad por las piruetas algebraicas, ganar era un asunto de mera matemática, un punto más era victoria.
Comprensible, allá se trataba de una “escaramuza”, de unas elecciones entre iguales, entre partidarios del proyecto oligarca. La Revolución es diferente, es una batalla entre proyectos antagónicos, donde no hay convivencia posible, entonces los criterios de victoria tienen que ser diferentes.
La Revolución debe ser sumamente exigente con ella misma, los criterios de triunfo deben ser diferentes y rigurosos.
Necesario es vencer, pero vencer muy bien, en los números, si ese es el caso, y siempre en la formación de conciencia, convencer a las grandes masas de lo imprescindible del Socialismo, educarlas en la ética socialista. Sólo eso nos permite avanzar. Revolución que se estanca se debilita peligrosamente.
Esta Revolución vive momentos estelares, tenemos gran fuerza popular, un líder que conserva su conexión con el pueblo. Más allá de las dificultades transitorias, esta Revolución está destinada a triunfar.
Ese triunfo depende de la capacidad de los más lúcidos, de los dirigentes, para diferenciar el proyecto socialista del proyecto oligarca, convencer al pueblo de esa diferencia, convencerlo de que ese es el único camino para su felicidad y para la supervivencia de la especie.
Instalar en el alma popular la necesidad del Socialismo con la misma fuerza que la necesidad de oxígeno para respirar. Sólo así acumularemos la fuerza para el triunfo verdadero. Formar el hombre nuevo a medida que construimos el Socialismo.
Son días de definición, es necesario superar la ambigüedad que nos desgasta. Son días de profundizar al Socialismo allí donde es vital: en el alma popular. No conformarnos con lo mínimo, hacer un buen gobierno, una buena gestión… el reto nuestro, la responsabilidad nuestra, es mayor: se trata de construir el Socialismo, de un cambio de cultura.
Los humildes deben estar al lado nuestro, allí debemos ser mayoría absoluta, de no ser así algo anda mal.
Si cuarenta por ciento de una zona humilde no nos acompaña, si ese porcentaje va en aumento, eso debe ser motivo de alarma, debemos investigar dónde está la falla y corregir. Con ese porcentaje en contra no construimos Socialismo.
Los resultados del 2 de diciembre y el 23 noviembre, deben ser el inicio de un ajuste en el rumbo de la Revolución.
¡Chávez es Esperanza Socialista!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario