Lo que en definitiva se escenifica en el mundo, y por supuesto también en Venezuela, es la guerra entre dos culturas.
Es una lucha milenaria que viene desde las profundidades de la historia, desde la desaparición de la Propiedad Social de los medios de producción, y el aparecimiento del exabrupto de la propiedad nosocial de los medios de producción.
Toda forma hegemónica de propiedad de los medios de producción está entrelazada a una cultura que la justifica y que contribuye a su reproducción y perpetuación. De allí que en el mundo se enfrentan dos culturas:
La cultura que justifica la apropiación del trabajo ajeno, enfrentada a la cultura que reivindica al hombre como ser social, que entiende que sólo puede expresar todas sus potencialidades viviendo en una sociedad integrada, donde la lucha de todos contra todos sea sustituida para la cooperación, dicho de otra forma, una sociedad del amor, en sustitución de la sociedad del egoísmo.
La cultura que justifica la apropiación del trabajo ajeno, que es lo mismo que decir el trabajo esclavo con sus diferentes matices, es necesariamente la cultura del egoísmo, prestigia el individualismo egoísta, se rige por el principio de "si da lucro al individuo, es licito". Y si es una sociedad donde la vida del hombre, su tiempo, se puede comprar, es una mercancía, entonces todo es mercancía, factible de ser comprado, todo lo espiritual y todo lo material, desde una aguja, hasta el amor, la reputación, la salud.
Esta es la economía dominante y, por supuesto, la cultura dominante. Contra ellas luchamos, la Revolución es en esencia la sustitución de esta cultura. Todas las transformaciones, las medidas que tome la Revolución, deben tener esta meta.'
Si alguien quiere resumir la Revolución, al Socialismo, en una sola frase, esa frase es: "una nueva cultura", "un hombre nuevo", guiado por profundos sentimientos de amor. De aquí se desprenden, se determinan, todos los cambios.
Los cambios en la relación de propiedad, tienen como fin apuntalar la nueva actitud con el trabajo, pilar de la nueva cultura.
Esta nueva cultura del trabajo es impensable sin una hegemonía de la Propiedad Social de los medios de producción, que permita que el trabajo sea beneficioso para toda la sociedad y no para una fracción de ella. Sólo trabajando para la sociedad toda, se puede liberar al trabajo de su enajenación, y se sentarán las bases para la nueva cultura.
La organización social tendrá como fin restaurar a la sociedad, fragmentada por las necesidades del sistema egoísta en millones de individualismos. El tejido social así construido, devolverá al individuo el sentido de pertenencia de la sociedad, se sentirá amparado, dejará de ser náufrago.
Los valores difundidos por las manifestaciones culturales serán los valores del amor, la fraternidad, la cooperación, en contra de los valores del egoísmo, la agresión gratuita, el odio.
Toda la nueva cultura estará al servicio del hombre en sociedad.
!Chávez es Esperanza Socialista!
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