La crisis financiera que recorre el mundo ha puesto de manifiesto una crisis cultural cuyos componentes ya aparecían en el horizonte.
Esta crisis tiene su anclaje en el principio ético central del capitalismo “Si da lucro al individuo es honesto”. Este principio legaliza, hace virtuosa, a la especulación y a todas las perversidades. El único rasero es que dé lucro al individuo: la trata de blanca da lucro a quien la ejerce, lo dá la droga, la tala de los bosques, la venta de alimentos cancerígenos, la especulación con alimentos. Todo es ético.
Este principio ético central del capitalismo surge de las entrañas del principio económico central del capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción.
La propiedad privada de los medios de producción permite que un hombre se apropie del trabajo de otros hombres, le compre su tiempo, le robe la vida. Sobre este oprobio se sustenta la ética del capitalismo.
¿Si un sistema se basa en la compra de la vida de los hombres, qué aspecto de la vida humana puede escapar a este designio? Todo en el capitalismo es susceptible de ser comprado y de ser vendido.
Estos son los pilares éticos del capitalismo, de la cultura capitalista.
El desarrollo de esta cultura, que viene desde lo profundo de la historia, sostiene la marcha acelerada del capitalismo hacia la extinción de la vida planetaria.
Hoy el capitalismo tiene dificultades para expandirse, para crecer, ocupa toda la geografía planetaria, copó todos los mercados, ya no tiene espacio, y ya sabemos que el capital tiene necesidad de expansión sin límite, de crecer sin límite.
Al no poder expandirse en la vida real, se ha visto en la necesidad de crear una economía ficticia, donde especula a sus anchas. Esta es la causa profunda de la crisis que hoy aflora, no es un problema de falta de regulación como dicen algunos expertos, la causa es la necesidad imperiosa, inevitable, de construir las burbujas especulativas como un sustituto de la expansión real.
La economía de la especulación ha entrado en crisis: Se especuló con la naturaleza, y llevamos al planeta a los bordes del abismo de la extinción de la vida. Se especuló con la alimentación, y llevamos a miles de millones a la tortura del hambre. Se especuló con la energía, y llevamos a la civilización a un callejón sin salida.
Toda la cultura hegemónica, la psiquis, las artes, la intelectualidad que sustenta al egoísmo, que justifica y perpetúa a la economía, a la civilización capitalista, también ha entrado en crisis. Ya los valores que la sostienen se han descubierto en su hipocresía, son ineficaces.
El mundo reclama una nueva cultura, de la vida, de la armonía con los semejantes y con el entorno, que tenga al hombre como centro, regida por un nuevo principio ético central: “Si beneficia a la sociedad y a la naturaleza es honesto”.
Los revolucionarios debemos situarnos en esta realidad, en la lucha por una nueva cultura, la cultura Socialista.
¡Chávez es Esperanza Socialista!
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