Superar los tiempos es la esencia de la Revolución. Es tarea difícil, el principal obstáculo somos nosotros mismos, cargados del pasado, de las costumbres, de los miedos al salto, que aparecen siempre como espejismos que confunde el camino.
Así, lo fundamental de una Revolución no es la lucha con el enemigo externo, en el caso nuestro con la oligarquía o la neoligarquía, con carmona, julio, baduelito, o teodoro, en una Revolución la contradicción principal, la que es necesario resolver so pena de fracasar, es la contradicción entre la conciencia capitalista egoísta de las masas que apoyan a la Revolución y la conciencia Socialista altruista que la Revolución debe llevarles.
Una Revolución es un choque brutal entre lo viejo, la conciencia egoísta individualista, y lo nuevo, la Conciencia del Deber Social.
En el análisis de la derrota de diciembre este elemento debe entrar como central, si no lo tomamos en cuenta, si nos perdemos en anécdotas, persecuciones y acusaciones estériles, estaremos errando el camino.
Si por otro lado caemos en la tentación de pensar que el asunto lo resuelve una “maquinaria”, que la derrota tuvo su causa en un mero defecto técnico, entonces además de errar el camino estaremos desestimando la capacidad de avanzar de la masa, la estaremos condenando a ser rebaño.
El debate nuestro debe centrarse en el estudio del 2 de diciembre como una manifestación de la batalla por la conciencia de las masas, y las preguntas claves son:
¿Qué errores cometimos, en qué fallamos, qué nos faltó?
Confundimos el objetivo, pensamos que el enemigo era el externo, de esa manera nos quedamos en la superficie, en la apariencia, descuidamos el fondo del problema: la confrontación de conciencias.
Luchamos contra el enemigo en el plano político, pero en la creación de conciencia remamos para el mismo lado. Nuestra publicidad, nuestra labor cultural, la esencia de nuestra actividad en la conciencia fue igual a la del enemigo, impulsamos los mismos valores, la misma ética capitalista.
Prestigiamos el tener, el crédito egoísta, las formas de propiedad parceladas apuntaladoras del egoísmo, estimulamos las soluciones individuales o de grupos mezquinos, descuidamos la noción de sociedad, la sacrificamos en el altar del grupo cicatero.
Organizamos a la sociedad y, paradójicamente, no la integramos: los consejos comunales, los bancos comunales, las mesas, al tener primacía de lo local sobre la visión social, fragmentan.
En la batalla por la reforma, el enemigo no cambió su táctica, fue la misma: los miedos del despojo de la propiedad, la patria potestad, las mismas acusaciones que vienen repitiendo desde el 98, pero ahora prendieron en suelo fértil ¡por nosotros mismos abonado!
La Revolución tiene mucha reserva: tenemos un líder entero que se crece en las dificultades, tenemos Pueblo, ahora es necesario diagnosticar correctamente nuestros errores, construir un debate que nos permita, a la par de recomponer un rumbo, afilar la teoría que nos guíe en la batalla por la Conciencia del Deber Social, que es la esencia del Socialismo y garantía de triunfo duradero.
¡Conquistemos la conciencia Socialista!
¡Chávez es Socialismo!
¡Sin Chávez no hay Socialismo, sin Socialismo no hay Chávez!
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