“Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”.
Estás palabras del Che no fueron lanzadas al viento, no es un pensamiento ligero, al contrario, constituyen el pilar fundamental de cualquier Revolución. La Revolución es en esencia la refundación del territorio del amor.
De las montañas bolivianas nos llega una historia que afirma este derrotero de la Revolución. Veamos.
Un señor se acercó a un diario boliviano para agradecer a los médicos cubanos la sanación de su padre, que permanecía casi ciego aquejado de dolencia ocular. Su padre, ya anciano, se llama Mario Terán.
Un caso como miles en el continente, es la Operación Milagro devolviendo la vista y la vida plena a los pobres de la América. Hasta aquí la historia es una más, lo que la hace diferente y motivo de reflexión es que Mario Terán, el anciano curado por los médicos cubanos, fue el militar que disparó contra el Che, fue el último ser humano que lo vio con vida, fue su asesino…
Y la Revolución Cubana, de la que el Che es protagonista, alma y carne, le devolvió la vista. El Che en este acto sublime de amor regresó de la gloria para ser redentor de su verdugo.
Es un hecho para reflexionar.
Representa Mario al pueblo humilde utilizado, manipulado, convertido en verdugo de sus redentores.
Representan los médicos cubanos el espíritu revolucionario, alejado de toda retaliación, de todo odio, de toda venganza.
Es una enseñanza que viene desde los días de la Sierra Maestra, cuando se trataba con sumo amor a los prisioneros de guerra que minutos antes intentaban aniquilar al Ejército Rebelde. Es que una revolución sólo es posible si es guiada por el amor.
Esta extraordinaria historia desmiente a los que quieren colocar a la Revolución Bolivariana del lado del odio, y también a los que la quieren colocar al lado de la conciliación y la debilidad.
El Che siempre intransigente con el enemigo, guerrero de mil batallas, implacable en el combate, nunca albergó odio hacia el vencido.
Cimentado en ese amor del Che que es el mismo amor de Fidel y el mismo amor que impregna a los Cinco Héroes de la Humanidad secuestrados por el imperio, el mismo amor que movió al Granma, que acompañó a los voluntarios cubanos en las luchas libertadoras en África, fundamentado en ese amor crecieron las misiones y los misioneros que hoy llevan vida a los más lejanos rincones del planeta.
Esta columna es un reconocimiento a los internacionalistas cubanos que hicieron el milagro de liberar de la ceguera física a Mario Terán, y con ese gesto demostrarnos en la práctica que el Che no luchó en vano, que el Hombre Nuevo existe, que es posible sanar la ceguera espiritual.
Esta historia nos indica que vamos por buen camino, seguiremos luchando convencidos que el Socialismo es el camino de redención de la humanidad.
¡Sin Chávez no hay Socialismo, sin Socialismo no hay Chávez!
¡Irreverencia en la discusión, Lealtad en la acción!
¡Sin Chávez no hay Socialismo, sin Socialismo no hay Chávez!
¡A la reforma, Sí!
¡Orden del Libertador para los Cinco Héroes Defensores de la Humanidad!
www.libertadorparaloscinco.org.ve
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