22.6.07

EL TRABAJO

Una sociedad será como sea su relación con el trabajo, para quién se trabaja, cómo se distribuye la riqueza, el avance de la tecnología.
Esa relación con el trabajo determina una espiritualidad, es allí, en esa espiritualidad, donde se desarrolla la batalla entre revolucionarios y conservadores.
La Revolución al principio revoluciona la espiritualidad dominante, y en la turbulencia creada avanza. Pero la revolución sólo se puede estabilizar en una nueva relación con el trabajo, sólo desde allí puede crearse la nueva cultura revolucionaria. Entonces, es imposible darle densidad, profundidad a una revolución, sin cambiar la relación con el trabajo.
En una Revolución como la nuestra,
destinada a convivir por largo tiempo con una clase media transculturizada, con una oligarquía capitalista que posee medios importantes para difundir sus valores y sus paradigmas, donde la riqueza proviene de la renta y el capitalismo es la forma hegemónica en la conciencia, en una Revolución como la nuestra, que tiene lugar en un país con una clase obrera débil y una gran población excluida, todos sometidos durante años y siglos a la lluvia mediática, como dijo Bolívar, todos abusados en nuestra credulidad, en una Revolución así, es necesarísimo darle soporte real a la espiritualidad revolucionaria, que ha avanzado en la turbulencia de los primeros años con las misiones, con los discursos del Comandante, con los combates de abril y de diciembre.
Proponemos como fundamentales en esta necesidad de construir una nueva relación con el trabajo, las Fabricas-Escuelas, de propiedad social, donde se ejerzan las Acciones Sociales Voluntarias. Fabricas-Escuelas cuya construcción y operación descanse en el trabajo voluntario. Fábricas-Escuelas irradiadoras de la espiritualidad revolucionaria, de la conciencia del deber social, motores de nuevas zonas de espiritualidad y materialidad revolucionarias.
La labor de estas fábricas debe ser difundida, convertida en paradigmas revolucionarios. Deben ser soporte real, práctico, de la Nueva Moral y las Nuevas Luces revolucionarias.
Desde allí podemos hablar y mostrar la nueva relación de hombres que ofrendan su trabajo para el bien social, que con su actitud combaten el egoísmo y construyen la relación amorosa.
Desde allí podemos expandir las nuevas relaciones socialistas al resto de la economía. Serán demostración del hombre del futuro, que trabaja sin la compulsión de la necesidad, del hombre que hace del trabajo una actividad que lo eleva como ser humano, como ser social.
Esa estructura iluminará a todas las actividades de la sociedad. La militancia en la organización política se refuerza con la ética y la moral que de ese ejemplo emana. Será referencia para los consejos comunales, los núcleos endógenos tomarán un tinte social, y la sociedad toda empezará a reconocerse a sí misma, a regresar de la fragmentación.
Las Fabricas-Escuelas son academia para la formación del Hombre Nuevo, de la nueva sociedad.
¡Sin el Comandante, no hay Socialismo!
¡Sin propiedad social y conciencia social, no hay Socialismo!
¡Sin Socialismo no hay esperanzas!

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