23.1.07

SOBREPONERSE A LA DERROTA

Una derrota histórica tiene consecuencias aun muchos años después de producida. Es como un terremoto, que causa estragos en lugares muy distantes de donde se origina. Las consecuencias de las derrotas deben ser enfrentadas, para corregirlas y retomar el rumbo que se perdió en los remolinos del desconcierto y el escepticismo.
En Venezuela la derrota de la gesta heroica de los años sesenta, trajo consecuencias que aún padecemos. Veamos.
Una de ellas es la escasez de cuadros políticos revolucionarios, no es necesario argumentar mucho para percatarse de esta realidad. Es suficiente ver los cuadros dirigentes de los partidos revolucionarios que saltaron la talanquera, abundantes. Los cuadros que buscaron santuarios lejos de la política, copiosos. Los que bajaron la guardia, bastantes. Los que creyeron que todo estaba perdido, incontables.
Otra consecuencia nefasta fue el extravío de la continuidad teórica. Los cuadros políticos revolucionarios, en su huida, se llevaron también la teoría, el hábito de estudio, el análisis, hasta los libros.
La recomposición de los partidos revolucionarios, los que quedaron, se intentó a partir del raquitismo doctrinal. Fue una tarea difícil, y las condiciones de devastación moral en que quedó el país no ayudaron.
La derrota trajo consigo el facilismo, la improvisación, la falta de rigor, todo apoyado en doctrinas negadoras del pasado. Quedamos huérfanos de teoría, náufragos que precisaban descubrir de nuevo el pensamiento que la humanidad elaboró en siglos.
La Revolución Bolivariana, calificada por Fidel como un milagro, surge en estas condiciones de “fatiga teórica”. Y, debemos decirlo con valentía, la Revolución no ha sabido, o mejor, la dirigencia, víctima del pasado oligarca y de su ideología de clases, no ha entendido la necesidad de una teoría revolucionaria sólida, del estudio con rigor. Son pocos los dirigentes que respetan el estudio, que leen, que publican. Nos escudamos tras la necesidad de ser “originales”, de “inventar o errar”, como si eso significara empezar de nuevo, desechar el pasado revolucionario, o ser ligeros con la teoría.
Hoy padecemos una enfermedad que podríamos llamar “fatiga teórica”, que de continuar será fatal para la Revolución.
Por allí andan funcionarios que dicen que todo Estado es burgués ¡insólito!
Otros, confunden propiedad colectiva con propiedad social, como si la IBM, o la CANTV, por ejemplo, que son propiedad colectiva, fuesen entonces propiedad social.
Creen que la propiedad nosocial es sólo la propiedad privada, excluyendo así a la cogestión, Empresas de Producción Social, cooperativas, fábricas recuperadas, etc.
Confundimos producción social, con propiedad social.
A esta “fatiga teórica” se suma la soberbia que bloquea todo aprendizaje.
Nos dispensamos de estudiar, de ser rigurosos, con el cuento de que la teoría surgirá en el camino, como si el capitalismo, el imperio, nos va a dar todo el chance para que recorramos cómodamente el camino que la humanidad ya recorrió.
¡Sin teoría sólida somos fácil presa de falsificadores!
¡La “fatiga teórica” sólo se combate con estudio y rigor!
¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo auténtico!

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