1. UNA REVOLUCIÓN, EN ESTA ÉPOCA, es la lucha por superar al Capitalismo y construir el Socialismo. En esencia, es la lucha del altruismo, la solidaridad, contra el egoísmo. Es la batalla por integrar a la sociedad que el Capitalismo ha fragmentado en átomos egoístas. De allí que el avance de un pueblo hacia el Socialismo se tiene que medir por su avance en la conciencia del deber social. Los otros índices son súbditos de éste. La conciencia del deber social es el conocimiento que un pueblo, y un individuo, tienen de su naturaleza social. Es decir, el convencimiento de que su suerte y la suerte de la sociedad están entrelazadas, que el esfuerzo individual debe contribuir al bienestar social, y la sociedad se debe importar del bienestar de sus miembros. La certidumbre de que no hay salidas individuales.
2. Los pueblos aprenden la conciencia del deber social ejercitándose en acciones altruistas, de beneficio social. El Che lo entendió así, y era gran impulsor del trabajo voluntario, pilar en la formación de esa conciencia, y prefiguración del trabajo socialista, donde el hombre se libera del trabajo compulsivo egoísta, y se adentra en el trabajo liberador, cuyo fruto va a toda la sociedad. Otro pilar es la movilización popular alrededor de objetivos políticos, no necesariamente electorales. Por ejemplo, una movilización de protesta por la injerencia gringa, o la manifestación en Yaracuy contra el sicariato.
3. Debemos suponer que el plan que los oligarcas tienen para diciembre, incluya un elemento de fraude electrónico. Es candidez inmensa no esperar un fraude de gente que estuvo cincuenta años manipulando elecciones como medio para mantenerse en el poder. No podemos olvidar que vienen de la estirpe de alfaro ucero, el rey del fraude y la maña, no es extraño que hayan aprendido electrónica, atrás quedo el “acta mata voto.”
4. Es necesario librarse del opio electoral. Las elecciones deben ser vistas como un componente, no el decisivo, de la gran batalla. No podemos caer en el error de embriagarnos con el álgebra electoral, y pensar que sacando más votos que ellos todo estará resuelto, que derrotados electoralmente, los oligarcas se irán para su casa y todo será apacible. Por supuesto que debemos aplastarlos electoralmente, así le complicaremos la acusación de fraude, pero, simultáneamente, debemos prepáranos espiritual y materialmente, para aplastarlos en los otros escenarios donde nos planteen la batalla.
2. Los pueblos aprenden la conciencia del deber social ejercitándose en acciones altruistas, de beneficio social. El Che lo entendió así, y era gran impulsor del trabajo voluntario, pilar en la formación de esa conciencia, y prefiguración del trabajo socialista, donde el hombre se libera del trabajo compulsivo egoísta, y se adentra en el trabajo liberador, cuyo fruto va a toda la sociedad. Otro pilar es la movilización popular alrededor de objetivos políticos, no necesariamente electorales. Por ejemplo, una movilización de protesta por la injerencia gringa, o la manifestación en Yaracuy contra el sicariato.
3. Debemos suponer que el plan que los oligarcas tienen para diciembre, incluya un elemento de fraude electrónico. Es candidez inmensa no esperar un fraude de gente que estuvo cincuenta años manipulando elecciones como medio para mantenerse en el poder. No podemos olvidar que vienen de la estirpe de alfaro ucero, el rey del fraude y la maña, no es extraño que hayan aprendido electrónica, atrás quedo el “acta mata voto.”
4. Es necesario librarse del opio electoral. Las elecciones deben ser vistas como un componente, no el decisivo, de la gran batalla. No podemos caer en el error de embriagarnos con el álgebra electoral, y pensar que sacando más votos que ellos todo estará resuelto, que derrotados electoralmente, los oligarcas se irán para su casa y todo será apacible. Por supuesto que debemos aplastarlos electoralmente, así le complicaremos la acusación de fraude, pero, simultáneamente, debemos prepáranos espiritual y materialmente, para aplastarlos en los otros escenarios donde nos planteen la batalla.
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