12.9.06

LAS OPCIONES

PARA LOS BOLIVARIANOS NO EXISTE MÁS OPCIÓN que el Socialismo o, lo que es lo mismo, transformar radicalmente a la sociedad en sus fundamentos espirituales y económicos, hacer verdad la prédica Cristiana de “amaos los unos a los otros”, y darle su base material en la propiedad social de los medios de producción. Ese es el único camino para la redención del pueblo humilde.
La opción Capitalista de los mantuanos oligarcas, atraviesa dificultades. Su expresión política, el pacto de punto fijo, no supo pasar del populismo al neoliberalismo, y perdió la capacidad de hechizar al pueblo, produciendo así una turbulencia que permitió el surgimiento de la Esperanza Chavista.
Los intentos oligarcas de reconstruir una expresión política capitalista con los despojos del pasado, han estado signados por el fracaso: abril, diciembre y últimamente la candidatura patética y rancia de rosalito, así lo demuestran. Es definitivo, las viejas manifestaciones políticas, que durante medio siglo le sirvieron al Capitalismo, están agotadas, son pasado. El Capitalismo necesita procurar nuevas formas de expresión política y tiene que buscarlas en la zona Bolivariana, allí encuentra al Reformismo, último asidero de los capitalistas en época de Revolución.
Hoy, el principal enemigo de la Revolución es el Reformismo que la debilita. En él confluyen capitalistas bolivarianos, y capitalistas oligarcas, los dos tienen intereses comunes, los dos tienden puentes, a los dos les interesa truncar la Revolución que en su avance pone en peligro sus intereses, a los dos les conviene compartir un sistema político que yugule a la Revolución y les permita subsistir.
El Reformismo es atajo para la salida restauradora capitalista. El Reformismo, al plantear cambios superficiales que no son viables, distrae el rumbo revolucionario, tiene la conveniencia de no negar los cambios revolucionarios, no los enfrenta, los distrae, los disfraza. Fomenta la conciencia egoísta, es punta de lanza del Capitalismo.
El Reformismo florece cuando la Revolución titubea, se infiltra en las debilidades, se aprovecha de los vacíos teóricos de los revolucionarios, engaña con retórica tremendista. Cuando fracasa, se repliega, nunca es autocrítico, no le importa el daño, esa es su tarea: más teme un éxito socialista, que un fracaso reformista. Si encuentra fortalezas, se repliega y espera mejores momentos, si encuentra debilidades, avanza e impone sus ideas.
El Reformismo es propio de la ideología de la pequeña burguesía. Es por eso que oscila entre el tremendismo, el desespero, y el escepticismo. Le interesa más convivir con el enemigo que superarlo. Confunde alianza con sumisión, diálogo con entrega, los cambios radicales le aterran.
Al Reformismo, refugio de los capitalistas, los nuevos y los viejos, salvación de los acomodados, sólo se combate yendo hacia el Socialismo a paso acelerado.
¡Sólo el Socialismo salva al Pueblo!
¡Chávez, Fidel, el ALBA, son Socialismo!

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